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Redacción PERÚ21

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Guillermo Niño de Guzmán,De Artes y LetrasEscritor

El estreno, en el 2013, de La espuma de los días, bajo la dirección de Michel Gondry, ha vuelto a poner de moda a uno de los escritores franceses más originales del siglo XX: Boris Vian. Es la segunda vez que se adapta al cine esta alucinada novela (la primera versión, de Charles Belmont, data de 1968), que fuera elegida por los lectores del diario Le Monde en 1999 como la décima mejor obra de la literatura de lengua francesa. Publicada en 1947, en pleno furor de la posguerra y del existencialismo de Sartre, La espuma de los días es una de las mayores expresiones del surrealismo en la narrativa, aunque pasara casi desapercibida en el momento de su lanzamiento, sin duda porque Francia estaba más ocupada en curarse las heridas sufridas en la guerra mundial.

Nacido en 1920, Boris Vian no solo fue un rebelde nato, provocador e impredecible, sino que le gustaba metamorfosearse constantemente. Así, aunque se graduó como ingeniero, se empeñó en ser escritor, músico, crítico, traductor, dramaturgo, actor, cantautor y patafísico. Cuando estalló la guerra quiso alistarse en el ejército, pero fue rechazado por su salud endeble. Entonces se dedicó a estudiar ingeniería metalúrgica. Ejerció un tiempo esta profesión y luego la dejó para tocar la trompeta en las caves de jazz y sumergirse en la literatura. Escritor febril, en 1946 consiguió terminar tres libros, animado por Raymond Queneau: Vercoquin y el plancton, El otoño en Pekín y La espuma de los días. Dotado con un humor negro y corrosivo, en esta última novela trastornó el orden racional al hacer que los objetos reaccionen a las emociones de los personajes. Es surrealismo puro y duro. Un prodigio de imaginación.

En 1956 su salud se resquebrajó a raíz de un edema pulmonar, lo que no impidió que siguiera trabajando intensamente y en varias cosas a la vez, como era su costumbre. Además de escribir óperas y piezas teatrales del absurdo, coqueteó con la actuación. Su carrera cobró un nuevo impulso cuando compuso la canción "El desertor", cuya letra instaba a rebelarse contra el servicio militar. Era la época de la guerra de Indochina.

"Cuando hablo en serio, todos se ríen; cuando hablo en broma, nadie me toma en serio", solía decir Boris Vian. De ahí que uno de los episodios más memorables de su vida ocurriera cuando fue admitido por el Colegio de Patafísica en 1952, raro honor para un escritor que apenas superaba la treintena. Esta institución había surgido en 1948 para contrarrestar al ilustre y tradicional Colegio de Francia. La patafísica está considerada como la ciencia de las soluciones imaginarias y sus preceptos derivan del extravagante Alfred Jarry, el autor de Ubu rey. Puede tomarse como una disciplina virtual y paródica, pero sus postulados cuestionan el universo con admirable irracionalidad.

Boris Vian murió de un ataque mientras veía una película basada en una obra suya. Fue en 1959. Apenas tenía 39 años.