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Aumento que resta
“El problema de este recurrente capricho de los gobiernos de hacer ajustes a la RMV –otra vez: sin ningún criterio técnico o fundamento en la realidad laboral del país– es que responde a objetivos más políticos que económicos”.
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En la misma línea populista en que viene actuando el Congreso de la República, el Ejecutivo informó que se evaluará el aumento de la Remuneración Mínima Vital para el segundo semestre.
Concretamente, quien lo dijo fue el ministro de Trabajo, Daniel Maurate, y como para que no quede duda de que no se trata de una “evaluación” sino ya de un anuncio directo, no tuvo reparos en sostener que el incremento era “uno de los mayores deseos del Ejecutivo de Dina Boluarte”.
El problema de este recurrente capricho de los gobiernos de hacer ajustes a la RMV –otra vez: sin ningún criterio técnico o fundamento en la realidad laboral del país– es que responde a objetivos más políticos que económicos. El Consejo Nacional del Trabajo, instancia en la que se reúnen trabajadores, empleadores y Gobierno, y que es la instancia donde se debe discutir la pertinencia de este tipo de medidas, ni siquiera ha sido tomado en cuenta.
La calidad del empleo se ha deteriorado en el Perú. Así, por ejemplo en Lima, el empleo no adecuado pasó de representar el 36.7% antes de la pandemia a 41.2% en la actualidad; y no se avizora un cambio porque no existe una política de Estado para cambiar esa realidad. Un indicador no favorece para nada ni a los trabajadores ni a la productividad que se necesita de los actores económicos.
Disponer de un aumento a ciegas de la RMV podría afectar a miles de micro y pequeñas empresas y dejar fuera del mercado formal a otros tantos trabajadores. El abogado laboralista Ricardo Herrera ha dicho en Perú21 que el incremento de la RMV trae inmediatamente como efecto el aumento de otros conceptos o beneficios sociales, y que por ello no debería ajustarse sin una opinión técnica.
Se sabe incluso que en el propio Ministerio de Economía y Finanzas están en desacuerdo con este posible incremento.
Lo cierto, sin embargo, es que si cuenta con el beneplácito de la presidenta de la República –que presumiblemente lo ve como un ‘recurseo’ para dar un saltito en las encuestas, que la están dejando tan mal parada– lo más probable es que, como se ha dicho, la norma ya esté en camino. Y si hiciera falta, el Congreso, cómo no, le dará curso inmediato, pues de mínimos saben también bastante, pero de aprobación popular y compromiso con el Perú.
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