Asesores de (des)confianza

El reciente terremoto político que puso al presidente Martín Vizcarra entre la renuncia y la vacancia no solo debe ser evaluado desde el punto de vista político o jurídico, sino también desde la óptica de la seguridad nacional. La saga de audios que aún continúan discurriendo en los medios deja absoluta claridad de que, además de los presuntos conspiradores de la plaza Bolívar, también los hay en los pasadizos de Palacio de Gobierno.

Es por ello que la seguridad nacional, la inteligencia y contrainteligencia no pueden ni deben estar en manos improvisadas e inexpertas, de amigos, o permitir que asesores con escasa formación académica y mucha sobonería metan las manos en un asunto tan delicado como este, como ha quedado evidenciado cuando su asesor de prensa, Oscar Vásquez, se reúne oficialmente con las máximas autoridades de la inteligencia nacional.

Las preguntas legítimas que nos hacemos los peruanos son ¿cuál es el nivel de influencia del precario asesor con el sistema de inteligencia?, ¿con qué otras entidades de inteligencia “coordina” o se reúne de manera abierta o “secreta”?, ¿cómo se beneficia el gobierno con esta relación inapropiada o ilegal? ¿Habrá respuesta, presidente?

No debemos olvidar que, en los 90, Alberto Fujimori entronizó a Vladimiro Montesinos –un retorcido aprendiz de Maquiavelo–, quien hizo del crimen de Estado, extorsiones y manipulación política, una práctica cotidiana bajo el manto de “lo hacemos por el país”, con el uso (y abuso) de la inteligencia. Las nefastas consecuencias del despropósito “montesinista” las estamos pagando hasta hoy, con una inteligencia frágil y manipulable, como constatamos ahora.

Por 30 años hemos visto a quienes ondeaban banderas por la lucha contra la pobreza que terminaron enriqueciéndose obscenamente. Hoy vamos por el mismo camino y se estarían usando sin rubor fiscalías, funcionarios y hasta entidades de inteligencia con el pretexto de la lucha contra la corrupción, pero corrompiendo el sistema. Eso debe terminar.

El país necesita hombres íntegros en el gobierno, con visión estratégica sobre los intereses nacionales, sobre el futuro del país y las nuevas generaciones, que sepan decir NO, y que lleven su renuncia en la punta de los dedos desde el primer día como muestra de desprendimiento si fuera necesario.

Lo que no puede pasar es persistir en mantener personajes mediocres y sospechosos en el entorno presidencial –que juegan a ser ‘James Bond’ de 5ta. categoría– porque el fracaso o la cárcel estarán siempre a la vuelta de la esquina. Ya no son tiempos de recibir consejos hasta de un ‘conejo’; es momento de cambiar.