“Un fantasma recorre el mundo, Sancho”
“Un fantasma recorre el mundo, Sancho”

Hace días le tocó a Cervantes ser ‘derribado’. Fue en el Golden Gate Park de San Francisco, luego de que una turba lo confundió con un colonizador esclavista. Esto demuestra una característica de nuestros tiempos de bandolerismo: el nihilismo, el placer de destruir por la destrucción misma y, peor aún, por ignorancia: no saben que al escritor y a su hermano Rodrigo, luego de ser capturados por una embarcación del imperio turco, los vendieron como esclavos a un caudillo en Argel.

El escritor español Alberto Olmos escribió en su artículo “La pandemia de las buenas intenciones, ignorantes y curillas quieren reeducarnos”: “Uno de los beneficios de carecer de cultura es que puedes opinar con más autoridad que nadie sobre qué es y qué debe ser la cultura, inmejorablemente mientras tiras alguna estatua o saboteas algún estreno cinematográfico o quemas dos o tres libros perniciosos” (blog ).

En el pasado, al menos, se achacaba la destrucción de monumentos u obras de arte a gente con locura, como pasó en Grecia cuando Eróstrato quemó el templo de Artemisa, considerado una de las siete maravillas del mundo, en 356 a.C., confesando que gracias a su accionar destructivo su nombre pasaría a la posteridad. (No se equivocó. En la psicología se denomina complejo de Eróstrato al comportamiento de quien busca ser centro de atención). Quizás el pirómano fue el precursor del nihilismo.

Hoy manda la turba en el nombre de cualquier causa y armada de ignorancia, quemando libros en universidades venezolanas en nombre de Chávez, destruyendo el metro de Santiago contra el neoliberalismo o tumbando a Cervantes en contra del racismo.

Un fantasma recorre el mundo, Sancho: la frustración justificada con la ignorancia desbocada.

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