Hace tiempo que no se veía una victoria tan aplastante en EE.UU., desde las pateaduras de Johnson-Goldwater (1964), Nixon-McGovern (1972) o Reagan-Carter (1980), como esta de Trump sobre Harris. Veamos:
1) Kamala fue siempre una pésima candidata, a pesar de la inflada que le metieron los medios que la quisieron pasar como la gran estadista. ¡No puedes responder que “No me viene nada a la mente” cuando te preguntan qué vas a hacer distinto a tu tan impopular antecesor!
2) Biden es el gran responsable. Por necio nunca entendió que era un presidente de un solo mandato por su edad. Les dejo aquí una pregunta especulativa… ¿Biden hubiera acabado aún peor que Kamala?
3) La inflación, la migración, ese aire irritante de superioridad soberbia de los demócratas frente al resto y el hartazgo del electorado con tanta machaconería woke, feminazi y racial fueron grandes motivos de esta debacle. Repetir como loros que Trump es un “fascista”, “racista”, “machista” o “golpista” no le interesó al común, que más piensa en su estómago y bienestar que en conceptos políticos (tampoco cayó en esa celada cansina de que Trump había insultado a los puertorriqueños). En todo caso, la reacción tan gallarda de Trump ante el balazo pesó mucho más que mil palabras. Los intelectualoides e ideologizados Dems demostraron estar en otro planeta mental, pues todo EE.UU. no son NY o California. Están fritos si no vuelven al ganador centrismo práctico y moderado de Bill Clinton.
4) Esa misma soberbia insoportable la mostraron los medios, los intelectuales y los artistas de Hollywood, que pensaron conducirían al votante como un rebaño. ¡Esos endoses paternalistas de los “sabios medios” fueron patéticos! ¡Las caras de derrota en CNN o MSNBC fueron “priceless”!
5) Todas las encuestadoras son otras grandes derrotadas. ¡Ninguna avizoró para nada el tsunami que se venía! Hasta alguna mintió antes con Iowa para manipular. Como atenuante, era verdad que Trump tenía una cantidad sideral de voto escondido.