(Foto: Hugo Pérez / GEC)
(Foto: Hugo Pérez / GEC)

“Nadie es tan inteligente como crees, ni tan tonto como esperas”. Esta idea, parafraseada del , se ha quedado dando vueltas en mi cabeza. En particular, la primera mitad es útil, pues estamos en una era de asignar la etiqueta de genio a muchas figuras públicas.

Un parámetro sano para medir a los líderes debería ser el bienestar de sus seguidores, pues, al fin y al cabo, no puede existir el primero si no tiene a los segundos. Bajo ese lente, deberíamos ser más ácidos antes de proclamar a nuestros “genios” modernos.

Elon Musk es visto como un ser infalible a pesar de su comportamiento errático, , causar pérdidas a miles de personas que confiaron en sus y luego ser un “líder” innecesariamente cínico y troll. Tiene méritos indiscutibles, pero es, trágicamente, impredecible, humano y narcisista.

Putin es otro percibido como un genio despiadado, jugando ajedrez mientras el resto juega damas. Pero, usando el lente sugerido, es claro que sus seguidores están pagando los platos rotos. Cientos de miles han sido . Incluso más han . Personas que hasta hace poco se consideraban aliadas hoy están más torpes que nunca,

En Perú, también hemos asignado esta categoría de maestro calculador a Vladimir Cerrón, con intenciones calibradas para tomar el poder y no soltarlo nunca. Ese puede haber sido el plan, pero, seamos claros, la ejecución ha sido un desastre. Todo su círculo cercano . Toda persona semidecente que se acercó a Cerrón o Castillo hoy está con la reputación por los suelos.

El daño que Cerrón y su organización delincuencial le están haciendo al país nos tomará años revertirlos, pero también reflota una moraleja de tiempos bíblicos: “Tengan cuidado de los falsos profetas”.