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La Alianza del Pacífico y el inicio de una nueva etapa
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El acercamiento entre la Alianza del Pacífico (AP) y el Mercosur, en la reciente cumbre de Puerto Vallarta, constituye un primer paso para superar la fractura política, económica e ideológica existente en la región. Este tema siempre estuvo en la agenda de la AP, incluso hace unos años, la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet buscó fortalecer los lazos con el Mercosur, pero las diferencias parecían insubsanables.
Pensar en una unión entre ambos bloques es todavía algo muy lejano. Lo cierto es que cambios políticos en Brasil y en Argentina permiten hoy hablar de un acercamiento. Por ello, podría ser una preocupación la próxima toma de mando de Andrés López Obrador como presidente de México; no obstante, los fuertes vientos proteccionistas que vienen desde EE.UU. hacen imposible que México no muestre interés por una AP que busca abrirse paso a nuevas relaciones y nuevos mercados.
De la cumbre en Puerto Vallarta existen dos aspectos a resaltar. En primer lugar, la importancia que tiene el relacionamiento externo del bloque. El hecho de que Australia, Canadá, Singapur, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Ecuador puedan transitar hacia la condición de Estado Asociado, y que se comience a ejecutar planes de trabajo, no solo con Mercosur, sino también con la Asean y la Unión Europea, hace de la AP un actor global.
En segundo lugar, la toma de conciencia por parte de los países miembros acerca de la necesidad de renovar la AP, al punto de hablar de una “nueva etapa”. En este sentido, el trabajo que se viene realizando en torno a la Visión Estratégica al 2030 resulta fundamental. Este segundo tema se resalta menos en los medios, pero es clave para el futuro de un bloque que busca fortalecer el multilateralismo y servir como un verdadero mecanismo de integración.
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