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[Opinión] Aldo Mariátegui: Creyente, no creas en ese obispo rojo
“El entrometido obispo de Lima, Carlos Castillo, se reveló como el rojo que es en esa entrevista donde habla la jerga zurda y critica que se haya advertido que se nos venía el comunismo de Perú Libre”
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-Si antes el entrometido obispo de Lima, Carlos Castillo, ya había quedado pésimo por meterse a decir que era “amoral” revisar si la votación fue correcta, ahora se reveló como el rojo que es en esa entrevista en Roma, donde habla la jerga zurda (“neoliberalismo”, “chorreo”) y critica que se haya advertido que se nos venía el comunismo con Perú Libre. También llama leguleyada a la declinación de Arce a su puesto en el JNE. ¡Leguleyada es que haya dos Papas vivos a la vez! ¡Leguleyada es ese concordato que firmaron los curas con el dictador Morales Bermúdez, donde el Estado peruano se obligó a darles una remuneración a los clérigos!
-Aguiar, el “Rasputín” argentino de Vizcarra, acaba de dar unas declaraciones donde suelta algunas cosas interesantes, como esa crítica a las encuestas por no detectar a Castillo, que Keiko estuvo presa por gusto, que a Sagasti se le endiosa porque no tiene fuerza y que el “cargamontón” es un defecto muy peruano.
-Hay que ser muy irresponsables para, en estos momentos tan tensos, ponerse a aseverar que un activista de Perú Libre ha muerto de una golpiza dada por sus adversarios políticos cuando el pobre hombre ha pasado al otro barrio por un mal al hígado. Individuos como ese Julián Palacín (el mismo bocatán del irrealizable teleférico de 100 kms) y ese falso valor llamado Sigrid Bazán se graduaron de miserables. Es que a los medios y políticos en el Perú les encanta ungir mártires para la sentimental tribuna, como esos chicos Brian e Inti de hace unos meses atrás, un par de jóvenes aburridos por la pandemia que salieron a jugar a los héroes callejeros, en esa búsqueda de adrenalina tan propia de su edad, y que tuvieron la mala suerte de ser absurdamente abatidos por una policía sin criterio profesional. Un poco más y ambos eran Bolognesi y Grau. ¡Lo más patético es que murieron por defender a Vizcarra!
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