Aldo Mariátegui: Bebita prematura

Con ese lanzamiento tan prematuro de su candidatura presidencial para el 2021, Verónika Mendoza quiere imitar a la Keiko del 2011, que comenzó su campaña para el 2016 al día siguiente de perder con Humala. Pero Mendoza no tiene un apellido político ni militantes incondicionales ni un partido propio detrás y, en cambio, sí tiene varios ambiciosos serruchos declarados (Arana y Glave). Probablemente se ha lanzado por estos últimos y por el miedo que debe de tener a lo que se le viene cuando se compruebe que es su letra (ya más o menos lo admitió), la que aparece en la agenda de Nadine, precisamente indicando un número de cuenta de donde se habría lavado dinero proveniente de Venezuela.

Así, por un lado Mendoza atrasa a Arana y a Glave. Por el otro, apuesta a que le será más fácil defenderse y victimizarse –el lloriqueo es su eterna arma, que le funciona muy bien porque el peruano promedio es muy llorón– como una perseguida candidata presidencial full-time a falta de una curul o de una bancada propia.

Y Mendoza sabe que a sus votantes rojicaviares no les interesa que les presenten evidencias de demagogia (el balón de gas a 12 soles de Dammert), ineficacia sideral (Villarán), injerencia extranjera (dineros brasileños y venezolanos), extrañas movidas electorales (Arana y su curul) o corrupción (Goyo Santos) porque hipócritamente siempre niegan o ignoran todo lo que no les gusta o conviene y siguen votando y defendiendo a esos personajes (como Huilca y Mendoza a Dammert. ¡Encima te atacan por poner al descubierto el doble rasero de estas!). ¡En eso los izquierdistas son peores que los fujimoristas! ¡Muchísimo más caraduras! Solo queda recordarle a Mendoza que "no por mucho madrugar amanece más temprano".