Orgullo
Orgullo

Columnista invitado:

Alberto De Belaunde, congresista de la República

Hace algunas semanas recibí, con enorme tristeza, la noticia de que el COVID-19 había cobrado la vida de una persona muy conocida y respetada. Un trabajador incansable por el Perú, querido por quienes lo conocieron y aprendieron de él.

Días después del fallecimiento, pude conversar con su pareja. Me compartió, además de su tristeza, su inmensa preocupación: la propiedad de los bienes que compartían está en riesgo. Tras perder a la persona a la que ama, podría perder también todo lo construido a lo largo de una vida juntos, si la familia del fallecido así lo exige.

¿Por qué? Porque ambos son hombres y la ley peruana no reconoce el matrimonio entre parejas del mismo sexo ni los derechos adicionales que eso conlleva. Los peruanos no heterosexuales no podemos, por ejemplo, tomar decisiones médicas sobre las personas a las que amamos. Tampoco podemos, como en este caso, dejarles el total de nuestra herencia a nuestros compañeros de vida. Cualquier otro familiar tiene legalmente más derecho sobre nosotros que nuestros propios cónyuges.

Hay personas que creen que hablar de las minorías y el reconocimiento de sus derechos es una frivolidad, más aún en un contexto de grave emergencia como el que estamos atravesando. “Hay cosas más importantes” es lo que solemos escuchar. Pero es todo lo contrario. En los momentos difíciles es cuando más tenemos que recordar y cuidar a las personas que normalmente viven desprotegidas, porque se vuelven aún más vulnerables.

Lo vimos, por ejemplo, cuando se tomó la decisión temporal de que las salidas durante la cuarentena sean por días, dependiendo del sexo. Las personas trans, cuya verdadera identidad de género en su mayoría aún no es reconocida por el Estado y expresada en su DNI, tenían temor de salir a comprar alimentos por la posibilidad de ser maltratadas o detenidas por las fuerzas del orden, con los riesgos adicionales a su salud que eso podía implicar en el medio de una pandemia.

Es por eso que hoy, como todos los años, reafirmamos nuestro Orgullo. Porque la comunidad LGBTIQ+ sabe lo que es la adversidad, en un país en el que el Estado no los reconoce como miembros plenos. Entiende lo que es vivir en emergencia constante, en una sociedad en la que su vida corre peligro solo por ser quienes son. No olvidemos que la primera encuesta LGBTI, hecha en 2017 por el INEI, mostró que el 63% de personas encuestadas aseguró haber sido violentado o discriminado por su orientación sexual o identidad de género. Y que los principales perpetradores son los compañeros de colegio, líderes religiosos, representantes del Estado y miembros de la familia.

Orgullo significa entonces reafirmar nuestra diversidad. Aceptarnos y hacer visible que estamos aquí y formamos parte de esta nación. Un revelador informe publicado hace dos días por Ipsos Perú mostró que el 8% de las personas adultas en el Perú se identifican con una orientación sexual diferente a la heterosexualidad. Es decir, más de 1.7 millones de peruanos no son heterosexuales.

Y el Orgullo también conlleva reconocer lo que se ha avanzado. Agradecer a todas las personas que trabajaron antes que nosotros por los derechos de las personas LGBTIQ+ y decidieron mostrarse libremente, para que algunos de los que estamos hoy podamos contar con la posibilidad de ser reconocidos y hacer escuchar nuestra voz. Orgullo por compartir espacio con quienes luchan hoy por un Perú inclusivo, poniendo tantas veces el cuerpo.

Debemos entonces seguir construyendo las condiciones para que, en un futuro no lejano, nadie se vea privado de vivir su diversidad de forma libre y segura. La implementación de políticas públicas para la comunidad LGBTIQ+ es una deuda histórica que tiene el Estado peruano, que permitirá un avance humano, social y hasta económico, que nos beneficiará como país al construir una sociedad verdaderamente inclusiva y democrática.

Por eso hoy celebramos el Día del Orgullo. Porque especialmente en los momentos más difíciles, no debemos dejar de trabajar para que este país sea un hogar libre para todas y todos.

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