Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com
Sus declaraciones del miércoles, luego de ser interrogado por la Megacomisión del Congreso, confirman el blanco del dirigente aprista.
García parece haberse sentido especialmente afectado por la revelación de su mano tendida para con un buen número de acusados de narcotráfico, pues esto puede tener un efecto político y mediático muy malo para su imagen. No por gusto él y toda la cúpula de su partido se han puesto ropa de combate.
La calculadamente exaltada reacción de García tiene tres objetivos políticos claros: desautorizar a la Megacomisión que lo investiga, debilitar al gobierno de Humala haciéndolo aparecer como medroso para tomar decisiones como las del pedido de indulto a Fujimori, y sacar del camino electoral a Nadine Heredia.
En relación con el objetivo electoral, el Apra y su jefe-candidato estarían considerando que, descartada la competidora del Partido Nacionalista, que hoy tiene 60% de aprobación, en segunda vuelta él se podría ver enfrentado a Alejandro Toledo o a Lourdes Flores, pero más seguramente a Keiko Fujimori. Con esta última hoy García tiene una buena relación, pero estaría calculando que puede ganarle en una segunda vuelta. Porque esta circunstancia le permitiría presentarse como la opción democrática –versión perro del hortelano– frente al sello autoritario de su contrincante.
Así las cosas: entre conferencia y conferencia, y a pesar de todas las acusaciones en su contra –por sospechas de corrupción y por atentar contra los derechos humanos–, García se da el lujo de preparar su escenario electoral 2016. Buena evidencia de que hoy, a 21 años del autogolpe de Alberto Fujimori, la crisis institucional y partidaria sigue depredando la vida política del país.