El cinismo en la política

“Si hay algo que caracteriza a un buen sector de nuestros políticos, definitivamente es el cinismo que tienen para negar la realidad y sobre todo para negar alguna acusación o sindicación que se les hace con pruebas contundentes”.

Si hay algo que caracteriza a un buen sector de nuestros políticos, definitivamente es el cinismo que tienen para negar la realidad y sobre todo para negar alguna acusación o sindicación que se les hace con pruebas contundentes. Es que parece que ni se dan cuenta de que están haciendo el ridículo a nivel nacional, mintiendo descaradamente, y la historia se repite cada lustro en diferentes gobiernos y periodos congresales.

Al respecto, permítanme comentarles una anécdota. Cuando trabajaba fuera del país, comentábamos los escándalos y casos de corrupción de los políticos. Justo teníamos a Berlusconi gobernando Italia y mi crítica era por qué los italianos vuelven a votar por un personaje cuestionado, y me retrucaron que en América Latina nuestros corruptos eran doblemente corruptos; uno por cometer los actos de corrupción y dos porque a pesar de las evidencias contundentes, tenían el cinismo y la desfachatez de negarlo, victimizándose o acusando a los que los denuncian.

Esa anécdota siempre me repica en la cabeza, cada vez que tenemos un nuevo escándalo de corrupción y los políticos variopintos son especialistas en negar la realidad. Hoy vemos el caso de la congresista Portalatino. Este fin de semana se volvieron a destapar otros chats por WhatsApp, en donde ella encubre y filtra información privilegiada para que el delincuente de Vladimir Cerrón se ponga a buen recaudo, poniendo en evidencia varios delitos e infracciones constitucionales.

El cinismo con el que se expresó Portalatino, repitiendo de paporreta frases incoherentes e inconexas —no se le entendía nada—, nos muestra a una persona sin escrúpulos, que es capaz de todo, capaz de mentir, elucubrar, engañar y hasta fanfarronear. Se atrevió hasta a decir que estaba sufriendo acoso en su condición de mujer, cuando ella misma se enredaba en sus miserias.

Esta historia no es nueva, recordemos sino a “las geishas” negando los crímenes de Fujimori y Montesinos, o a los traductores de Toledo, que inclusive fueron ministros que hacían malabares verbales para justificar la fanfarria y la vida licenciosa del expresidente. Así podemos seguir enumerando a este tipo de espécimen político, mentiroso, adulador, inescrupuloso y sinvergüenza, para que los identifiquemos rápidamente en una próxima elección; lección aprendida.

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