PUBLICIDAD
El último adiós
“Aquí no hay víctimas, sino cómplices. PPK y sus amigos han demostrado que el cargo les quedó inmenso y que no solo no sabían nada de política, sino que han sido reacios a aprender en el camino”.
Imagen
Fecha Actualización
Han sido iguales estos meses. Monótonos. Desde que PPK asumió la Presidencia, las salas de redacción de los medios se han convertido en una especie de camales en los que –obligados por la vocación– tenemos que tener prendido el canal del Congreso y zambullirnos a cada rato en las más bizantinas discusiones protagonizadas por los distintos grupos que, para nuestra desgracia, nos representan con demasiada lucidez. Pero parece que esta será la última.
Mientras escribo estas líneas, algún congresista que, hasta hoy, nunca había visto grita –señores parlamentarios– que los intereses de la patria deben primar por encima de cualquier apetito –señor presidente, por medio de la mesa–. Que la nación debe (sube la voz) buscar un nuevo rumbo –compatriotas, para que retire lo dicho–. ¿Será que este tipo no sabe que tiene un micrófono al frente? ¿Será que nadie le ha contado que su partido está investigado por lo mismo?
Hoy la pantalla está partida en dos: al lado derecho, un congresista (ahora es otro) habla de la historia y del modelo neoliberal –disculpen, ya dejé de tratar de entender–. Al lado izquierdo, la pudorosa Choquehuanca de San Isidro se ve asaltada por cámaras de la prensa. El presidente ha decidido despachar desde su casa mientras el Congreso debate sobre su cabeza. ¿Será que el –todavía– mandatario no ha entendido la importancia de los símbolos en la política?
Y mientras todo esto pasa, los peruanos ya empezamos a hacer eso en lo que somos expertos: auparnos a causas maniqueas y empezar a proyectar nuestras inseguridades en el del frente. Ya están los fujimoristas pechando con la mirada: “Te dije, compadre”. Y los antifujimoristas ya gritan que este es un asesinato a la democracia. Que el fujimorismo es el homicida, que es el culpable de todos los males: la corrupción, el calentamiento global y la suspensión de Paolo Guerrero.
Desde esta modesta trinchera, yo quiero decirles algo a los dos nuevos bandos, de patas: váyanse al carajo. Aquí no hay víctimas, sino cómplices.
PPK y sus amigos han demostrado que el cargo les quedó inmenso y que no solo no sabían nada de política, sino que han sido reacios a aprender en el camino. Al frente de estos nerds ha habido una pandilla de altisonantes muchachos vengativos con un coeficiente muy bajo. Y lo único que han hecho es pelearse unos con otros. ¿Quién ganó? No tengo idea. Pero perdimos los ciudadanos.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD