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Abandono imperdonable
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Hace unos días, considerando lo peligrosos que se habían vuelto los mercados populares como epicentros de contagio, insistíamos con la propuesta de descentralizar la distribución de abastos y productos caseros a través de ferias itinerantes o instalaciones livianas, tipo pop-up, en colegios, losas deportivas, parque zonales y plazas públicas, donde los espacios abiertos permiten que las transacciones se realicen en mejores condiciones de bioseguridad. Es decir, compras realizadas con mascarillas, guardando distancias y evitando la sobremanipulación de alimentos, como requisitos básicos, además de los protocolos respectivos para los expendedores, siempre bajo la atenta vigilancia de las autoridades locales.
Sin embargo, superlativo fue el chasco que se llevaron los reporteros de Perú21 al ir a reconocer el terreno. Como bien se consigna en el informe publicado ayer, lo que encontraron en muchos distritos fueron parques abandonados a su suerte, plagados de yerba mala, plantas y árboles resecos, y algunos hasta infestados de ratas, excreciones animales e insectos.
Es sabido que en Lima no llueve mucho, por lo que el mantenimiento de las áreas verdes comienza por el riego, pero, asimismo, estos espacios públicos requieren cuidados elementales como corte del pasto, limpieza diaria y fumigación. No se trata de ornato, se trata de salud. Algunas autoridades ediles excusaron su desatención arguyendo que estos servicios no estaban dentro de las actividades esenciales que el Ejecutivo priorizó con el estado de emergencia, pero urbanistas y expertos en el tema rechazaron el argumento, ya que, por ejemplo, tanto el Servicio de Parques de Lima (Serpar) como otros alcaldes con iniciativa sí han hecho el mantenimiento de sus parques, sin que su personal transgreda las disposiciones sanitarias.
Se trata entonces de una negligencia imperdonable pues, aunque la circulación pública está restringida, la falta de higiene y mantenimiento de los parques los convierte automáticamente en nuevos focos infecciosos y, por lo tanto, inutilizables para cualquier actividad que la emergencia demande. Es hora de que estos mandamases distritales se quiten el buzo casero, se coloquen el mandil y pongan manos a la obra.
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