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A un año de un golpe muy bananero
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Ya pasaron 365 días del golpe de Vizcarra contra el Congreso, instigado por la poderosa y ponzoñosa caviarada polarizante, aplaudido por las masas ciegas e ignorantes que tenemos, sancionado por esas siempre tan oportunas encuestas, apadrinado por los medios oficialistas que buscaban la revancha por la Ley Mulder, avivado por opinólogos de opereta y mermeleros presupuestívoros, aprobado por abogados constitucionalistas asquerosamente palaciegos y bendecido por esa facción humalista de Eloy Espinosa-Saldaña que controla el TC. Así como Fujimori inventó la “interpretación auténtica”, Vizcarra alumbró la “denegación fáctica”. Y también nos enteramos que resultó “legal” que el Ejecutivo haga cuestión de confianza contra un proceso (elección del TC) que es una facultad exclusiva del Congreso. Y que también resultó “legal” que el Ejecutivo pretenda cambiar como le parezca las reglas de un proceso congresal que ya está por finalizar. Y que también resultó “legal” que la disolución solo sea firmada por el premier entrante y no por todo el gabinete. Y que también resultó legal que Vizcarra haya disuelto cuando el Congreso ya le había dado expresamente la confianza.
Todo adornado con actos esperpénticos, como la forzada entrada de Del Solar al Congreso, que terminó siendo mejor payaso politiquero que eterno actorcito blanquito de media caña (el pobre está a años luz de actores argentinos o brasileños). Cierto es que ese Congreso era una desgracia antipática e indefendible, pero eso no avala que sigamos siendo tan tercermundistas de apañar un golpe solo porque el otro lado sea casi todo bosta. Y como postre bananero, Vizcarra metió a los uniformados, con una foto como alcahuetes de este putsch africano. El resultado ha sido este establo populista de nuevo Congreso. ¡Migren chicos, migren! Australia, Nueva Zelanda o Canadá, que eso no tiene remedio.
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