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“A Dios rogando y con el mazo dando”
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El Congreso sepultó, con 80 votos en contra, el proyecto que pretendía expropiar las plantas de fabricación, los establecimientos de distribución y los balones de oxígeno en el Perú. Fue luz al final del túnel y fruto de quienes vienen catequizando a los congresistas para convertirlos de fariseos en publicanos.
El Estado se encuentra limitado a echar mano de las empresas de oxígeno y centros de salud privados.
En estado de emergencia no se restringe ni suspende el ejercicio de los derechos a la libre empresa y propiedad privada. Tampoco el Estado puede intervenir en los contratos celebrados entre particulares: “(…) los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase”.
En la Ley General de Salud “el ejercicio del derecho a la propiedad, (…), a la libertad de trabajo, empresa, comercio e industria, (…) están sujetos a las limitaciones que establece la ley (…)”. Pero leamos bien. Son limitaciones, no supresiones. De ninguna manera, con base en esa Ley, esos derechos pueden vaciarse de contenido y estar suplantados por el Estado.
Más aún, para no violar esos derechos, ni siquiera en el proceso de expropiación, está presente siempre el importante Art. 70 de la Constitución que, con claridad, dice: “A nadie puede privarse de su propiedad sino, exclusivamente, por causa de seguridad nacional o necesidad pública, declarada por ley, y previo pago en efectivo de indemnización justipreciada que incluya compensación por el eventual perjuicio”.
Estuvimos ágiles y prestos para neutralizar un proyecto que sobresaltó al país y pretendió destruir sus incentivos. Sigamos así, no les demos asueto: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
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