La tercera etapa de Chavimochic, este gran proyecto de irrigación en el norte del país, ha sido destrabada por el Gobierno, según anunció el premier Alberto Otárola en un conversatorio organizado por la Revista Cosas en alianza con Perú21.

El proyecto había sido salpicado por la danza de sobornos relacionados con el caso Odebrecht, lo que terminó retrasando –una vez más– su ejecución, pues ya había sufrido una serie de retrasos desde hacía años.

Recordemos que se trata de uno de los anhelos más arraigados en la población del norte del país, tan castigada hoy por destructivos fenómenos climáticos. Una gran obra de desarrollo que, derivando las aguas del río Santa hacia otros valles liberteños cambiaría no solo la frontera agrícola sino la vida en la región. Es una excelente noticia para el país que otra vez se ponga en marcha, pues la economía anda más necesitada que nunca de inversiones de esta envergadura.

El exministro de Economía Luis Carranza, quien también participó en el evento, agregó que entre esa obra y Majes Siguas II se podrían incorporar 100 mil hectáreas para la agricultura y la agroexportación, que, a su vez, significaría alrededor de un millón de puestos de empleo directo e indirecto en el país. Lamentablemente, el proyecto de Majes continúa entrampado por culpa del gobierno regional de Arequipa y la descoordinación –quien sabe si por desidia– con las autoridades nacionales.

Se trata de proyectos estratégicos para el futuro del país que el Ejecutivo debe poner a la cabeza de su agenda. El Estado peruano tiene que dejar atrás la leyenda negra de ser el principal obstáculo para las inversiones de gran calado, sea por ineficiencia o por la cantidad de tramas de corrupción en que estas se ven envueltas.

Y si la minería y el agro son los sectores de la producción que mayor rendimiento le pueden dar a la economía nacional, pues mayor razón para enfocarse en estos temas. Entre la inestabilidad política, el contexto internacional y la corrupción enquistada en distintas esferas de gobierno, el Perú ha perdido en estos últimos años mucho de lo que se ganó en reducción de la pobreza.

Es hora de pensar en el país y sus urgencias, de poner la mano en la palanca de cambios, pisar el acelerador y enrumbarse hacia un desarrollo que incluya a todos los peruanos. Que así sea.

TAGS RELACIONADOS