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2019: Una sola revolución
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El Perú necesitaba un año como el que se va. Este 2018 será recordado porque, ahora sí, se enfrentó una corrupción que se creyó impune. Se enfrentó, sí, no se venció. Porque lo que tendría que pasar en este 2019 es que la justicia vaya, sin ninguna contemplación, contra todos los que se aprovecharon del sagrado recurso público, los que lavaron dinero y estafaron a un elector que les creyó un programa ya vendido por millones, los que coimearon, los que se dejaron coimear; los que delinquieron, en suma, con poder y un liderazgo de mentira.
De allí la trascendencia del acuerdo con Odebrecht. El Perú sabrá por fin toda la verdad de los políticos que nos gobernaron y los que estuvieron a punto de hacerlo. Será el testimonio de los que coimearon contra los coimeados. Palabra y evidencia. Declaración y data. Cóncavo y convexo.
Coincidencia total. De izquierda, centro y derecha. Para la corrupción no hay ideología. Mucho menos usar la ideología para defender una corrupción y atacar a la otra. Pero eso también se hizo en este 2018. Políticos y periodistas. Usted sabe quiénes son.
Si Hinostroza nos hizo perder la esperanza en la justicia, Carhuancho nos la devolvió. Si Chávarry desluce a la Fiscalía, Vela y Pérez la enaltecen. Si Kuczynski maltrató la presidencia, Vizcarra la reivindicó. Si los hermanitos hicieron repugnante la magistratura, las fiscales Sánchez y Castro la dignifican.
Pero Eyvi Ágreda y 145 feminicidios no tienen vuelta atrás, ni equilibrio que supere esta realidad atroz que se ha escrito. Por eso, 2019 debe ser el año de la revolución en la educación. Una de verdad, que destierre futuros agresores del Perú de nuestros hijos. En 2019 hay que sacar del camino a los retrógradas que no permiten el pensamiento moderno en la escuela pública.
Feliz nuevo año, Perú.
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