Venezuela
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Hoy, 30 de diciembre, escribo mi última columna para Perú21. Quiero darles las gracias a los peruanos que han asomado su mirada a la tragedia de un pueblo que en 1998 le dio el poder a Hugo Chávez, una marioneta de oscuros poderes que dominaba el arte de encantar a los pueblos.

Desde Caracas seguiré captando con mi mirada y mi piel la tragedia de hoy, que mañana será historia y ejemplo para los pueblos. Sentada frente al teclado escucho el ruido inconfundible de helicópteros, y me pregunto: ¿qué buscan? ¿Quiénes son? ¿Soldados venezolanos acompañados de cubanos y guerrilleros de las FARC?

El 2017 mostró vidas aniquiladas por un genocidio milimétricamente diseñado por el régimen, que a la vez sigue afinando sus negociaciones para blindarse en el poder, repartiendo en toletes nuestras riquezas y nuestra soberanía.

Sin embargo, esta cronista percibe que “vamos a salir de esta pesadilla”. Porque los hacedores de esta noche oscura van a salir de nuestro país, porque incurrieron en un error que generará su derrumbe, y porque muchos líderes venezolanos y de otras naciones trabajan para colocar cada pieza en su lugar.
Y ese espíritu invencible del venezolano, donde quiera que se encuentre, en cualquier lugar del mundo o en cualquier rincón de hambre y dolor en Venezuela, estará encriptado en cada abrazo de bienvenida a este 2018 que transitaremos para levantar a Venezuela de sus cenizas. Porque, al final, la paz en Venezuela y su renacer se proyectará como una onda expansiva que arropará el hemisferio, todo.

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