Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com
La mayoría de analistas acordaron que la derecha, al fragmentar su oferta electoral, terminó permitiendo el ingreso de una propuesta radical la cual, como sabemos, acabó llevándose el gran boleto presidencial.
¿Qué ha cambiado desde entonces? Pues, valgan verdades, mucho. En primer lugar, el viraje de la propuesta radical. Queda claro a estas alturas que, pasada más de la mitad del gobierno, no existirá un retorno a la Gran Transformación (GT); no a la original, al menos. Y si bien es cierto que muchas de las promesas de la GT se han ido cumpliendo, no ha sido a través del modelo socialista sino dentro de un modelo de crecimiento y desarrollo. Si ello ha perjudicado en algo la tendencia de crecimiento es harina de otro costal.
Lo segundo a señalar es que la oferta electoral de la derecha, aunque sigue siendo la misma, cuenta ahora con la adición de una nueva candidatura: la de Alan García. Lo que significa, en corto, que si en el 2011 la derecha estaba fraccionada, pues será aún peor en el 2016. Todo apunta, además, a que será difícil que alguna de ellas dé un paso al costado.
Finalmente, queda la izquierda. Tanto los expectorados durante el primer año de gobierno como aquellas figuras que se han sumado recientemente trabajan en un Frente Amplio, tratando de imitar la estrategia electoral del 2011. Esto, por supuesto, es muy improbable que funcione: requerirá de un líder, de una coalición de respetados que apueste por ellos, y de una inmensa bolsa de recursos disponibles.
A poco menos de dos años de la fase final de las elecciones, sería bueno que tanto la derecha como sus mecenas recuerden esta historia. Se dirigen hacia lo mismo.