Han transcurrido cuatro años desde que, un viernes 5 de junio, todos nos despertamos conmovidos por los dramáticos sucesos desencadenados en Bagua. Las noticias eran alarmantes y por ello quizá nos costaba creerlas. Nos resistíamos a pensar que un conflicto de esa naturaleza hubiera podido desembocar en tamaña tragedia.