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Modelo de prevención de contagio sueco tambalea ante el alarmante balance de contagios
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Suecia se ha distinguido en Europa por haber adoptado un enfoque flexible frente a la epidemia de coronavirus, pero los expertos se preguntan ahora si el modelo es adecuado, ya que el balance de víctimas en el país es mucho más alarmante que el de sus vecinos nórdicos.
El martes, el país superó el umbral de los 1.000 muertos por la COVID-19, de la que se registraron oficialmente 11.445 casos, una tasa de mortalidad muy alta en comparación con la observada en Finlandia, Dinamarca o Noruega.
El primer ministro, Stefan Löfven, admitió el sábado en la televisión que “la preparación [del país] no fue lo bastante buena”. Pero, ¿cómo se llegó hasta aquí?
Para Bo Lundbäck, profesor de Epidemiología en la Universidad de Gotemburgo (oeste), “las autoridades y el gobierno creyeron tontamente que la epidemia no llegaría a Suecia”.
Al contrario que el resto de países escandinavos, que adoptaron una estrategia de semiconfinamiento, Estocolmo descartó colocar a su población en aislamiento, considerando que las medidas drásticas no eran lo suficientemente eficaces como para justificar su impacto en la sociedad.
Eso sí, prohibió las concentraciones de más de 50 personas y las visitas a las residencias geriátricas. En cuanto al resto, el gobierno apeló al civismo, pidiendo que cada uno “asuma [sus] responsabilidades” y siga las recomendaciones sanitarias.
A pesar de que la estrategia causó cierta perplejidad tanto dentro como fuera del país, el gobierno se sigue ateniendo a las recomendaciones de la Agencia Pública de Salud.
“Suecia estuvo mal o incluso nada preparada”, criticó Bo Lundbäck ante la AFP.
CON INFORMACIÓN DE AFP
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