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Misterio e intrigas envuelven a la policía más grande del mundo
Meng Hongwei, el renunciante jefe de Interpol, fue detenido en China, acusado de corrupción.
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Un jefe de la policía internacional que desaparece de forma misteriosa, una renuncia precipitada, lobbys de rusos y norteamericanos que pugnan por designar al sucesor y una elección plagada de denuncias. Aunque parecen los elementos de una novela de misterio o de una película de James Bond, ocurre en la vida real, ocurre en la Interpol, la organización policial más poderosa del mundo que en las últimas semanas enfrenta días cruciales.
Hoy en día Interpol es un nombre ya conocido por la mayoría de personas.
Hoy en día Interpol es un nombre ya conocido por la mayoría de personas.
Con una rápida consulta en Google podemos saber que se trata de la Organización Internacional de la Policía del Crimen, que tiene su sede en la ciudad francesa de Lyon y que se encarga de emitir “alertas rojas” para detener a delincuentes prófugos en todo el mundo. Empero, poco se sabe de cómo funciona realmente, quiénes son sus integrantes o cuánto poder tiene.
Interpol está compuesta por 192 países miembros y es dirigida por el secretario general, Jürgen Stock. Fue creada en 1923 para garantizar la seguridad pública, luchar contra el terrorismo y el crimen organizado. Sin embargo, más que una instancia operativa, se puede decir que su principal actividad es facilitar la cooperación entre las policías del mundo, pues el propio Stock reconoce que carece de agentes propios o poderes para investigar. En sus 95 años, Interpol ha resistido muchos desafíos y conflictos con intereses geopolíticos. El más reciente se inició en setiembre, cuando Meng Hongwei, jefe de la Interpol desde 2016, desapareció misteriosamente tras subir a un avión con destino a China. La última comunicación con su familia fue un inquietante emoticón de un cuchillo que envió a su esposa.
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Entonces, comenzó la presión internacional sobre su paradero, ante lo cual China no tuvo más alternativa que confirmar que lo arrestó acusado de corrupción.
Pese a su vasta experiencia en seguridad, Meng fue detenido como parte de una purga contra funcionarios corruptos o desleales al presidente Xi Jinping. El 7 de octubre, China informaba que Meng no iba a seguir siendo delegado de ese país, con lo cual el funcionario se vio obligado a renunciar. Pero lo cierto es que desde su viaje a China, nadie lo ha visto y ni los delegados de Interpol saben exactamente qué le pasó.
Entonces, empezó la carrera por designar a su sucesor, entre el surcoreano Kim Jong Yang, vicepresidente de la agencia internacional, y el ruso Alexander Prokopchuk, quien, según el Times, se erigía como favorito.
Empero, el militar ruso era cuestionado por los críticos de Moscú que temían que su elección signifique que Interpol se convierta en una herramienta para que el presidente Vladimir Putin ataque a los opositores políticos. Como era de esperarse, Estados Unidos se unió rápidamente a esos señalamientos y pidió a los miembros que rechacen la candidatura de Prokopchuk, lo cual tuvo eco.
Aunque Rusia protestó por la injerencia estadounidense en la elección, el último miércoles, los delegados de los países miembros reunidos en Dubái votaron por el surcoreano. El nuevo presidente de Interpol deberá terminar el mandato de cuatro años de Meng que corre hasta 2020, pero más allá de ello, deberá enfrentar las críticas al organismo por su falta de adaptación a la era del cibercrimen y por la poca cooperación entre sus países miembros.
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