Es una de las pocas periodistas en el mundo que ha ingresado a la cárcel de Tocorón, en Venezuela, allí donde se creó El Tren de Aragua, la organización criminal con nexos en Perú, Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia, Chile y, según últimos reportes, México y Estados Unidos.
Ronna Rísquez nació en Venezuela y a pesar de las amenazas recibidas por su libro El Tren de Aragua: La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina, no pretende irse de su país así arriesgue la vida.
A un día de las elecciones se abre el debate sobre los intereses que mueven a los dueños de los medios más importantes de los Estados Unidos.
El Tren de Aragua sigue el rastro de los millones de venezolanos que “huyeron, y huyen todavía, de la devastación económica y social generada por los gobiernos chavistas”.
En Tocorón está (o debería estar) el ‘Niño Guerrero’, el jefe máximo de la megabanda. La dictadura venezolana no da cuenta de su paradero. El mundo lo busca.
Tocorón “es una cárcel, pero tiene discoteca (‘Tokio’ se llama), piscina, parque infantil, casino y un sistema ‘bancario’”. El relato parece increíble. Cuando Ronna estaba en el lugar muchas motos circulaban a toda velocidad por las vías asfaltadas. Los presos que eran parte de la cúpula vestían ropa de marca y estaban armados. Corre whisky, vino, ron, cerveza.
El chavismo —Hugo Chávez y Nicolás Maduro— ha permitido que la megabanda gobierne y desarrolle 20 actividades criminales, acaso la más cruenta es la trata de personas. El sicariato y la extorsión son otros de sus delitos constantes. La franquicia criminal no se detiene y usa las redes sociales, en especial WhatsApp, para ejecutar sus acciones y amenazar a sus víctimas. Se presume que manejan hasta 15 millones de dólares al año.
¿Cómo empezaste la investigación?
Era como la fuente en la que yo me había estado especializando en los últimos años. Ya tenía conocimiento del grupo, de las cosas que hacían, de lo que pasaba en la prisión. En 2020-2021 empiezo a trabajar en una investigación sobre la relación entre los grupos armados y las prisiones venezolanas. Entonces descubro que todo es más grande de lo que pensaba.
La experiencia de ingresar a la también llamada Casa Grande fue impactante.
Soy de las periodistas que cree que hay que tratar de conocer de cerca lo que estás estudiando y de lo que vas a escribir. Era importante entrar, lo analicé varios meses y lo hice cuando sentí que tenía ciertas condiciones mínimas de seguridad. La experiencia fue muy impresionante porque no solo confirmé todo lo que se decía, sino que además verifiqué esas extravagancias de las que se hablaba. Además, pude entender efectivamente cuál era la dimensión de lo que ocurría en la prisión. No se puede hablar de que había lujos necesariamente: había comodidades, pero no para todos. La prisión venía siendo como una ciudad, como una sociedad donde había clases sociales. Había personas que eran discriminadas, maltratadas, que no tenían acceso a ninguna de estas comodidades y había otros que usaban su poder para aprovecharse de los más vulnerables y explotarlos incluso.
¿Y el ‘Niño Guerrero’ dónde está?
La prisión fue tomada en septiembre de 2023 por el gobierno venezolano y desmantelada. Sacaron a todos los presos y en ese momento supuestamente se fuga el ‘Niño Guerrero’ y parte de su grupo cercano. Hoy no se sabe dónde está, pero ciertamente no está en la cárcel, está en algún otro lugar, no se sabe si de Venezuela o de la región.
¿Crees que el chavismo ha generado que esto prospere de manera impune?
El gobierno en general, desde el momento de Hugo Chávez, e incluso antes, ya había permitido irregularidades en las prisiones de Venezuela. Pero esto se afianzó con Chávez y siguió después perfeccionándose, afinando y terminando siendo lo que es hoy Tocorón y otras cárceles, porque no es solo Tocorón. Hay otras seis prisiones en situaciones similares, con menos visibilidad.
"El sicariato es uno de los negocios que presta el tren. Hay que entender que las autoridades tratan de justificar quizás sus acciones o su falta de acciones buscando culpables afuera, pero hay un escenario propicio para que operen”.
¿Cómo logran expandirse?
Está el hecho de que tienen una gran capacidad de adaptación, lo que les permite llegar a países como Perú, Colombia o Chile y establecer sus actividades ilícitas allí. Esto también está muy asociado a la necesidad de sobrevivencia que hemos tenido que desarrollar los venezolanos debido a la emergencia humanitaria compleja que se vive en el país y a la crisis política que ha forzado a ocho millones de venezolanos a huir de Venezuela. Hay una combinación de factores que han facilitado esta expansión. Es un grupo criminal más contemporáneo que en lugar de buscar la confrontación y los enfrentamientos lo que intenta es la negociación. Se han convertido en prestadores de servicios. Es decir, si tú tienes una organización en Perú que se dedica a cierta actividad, pensemos en la minería ilegal, y estos necesitan un ‘servicio’ criminal de sicarios, allí están ellos. O si en México, por ejemplo, el Cártel de Sinaloa requiere que cuiden una movilización de drogas, allí están.
Siguen la huella de los migrantes.
Sí, ellos identificaron muy rápidamente que el tráfico de migrantes, la trata de mujeres migrantes
¿Y el ‘Niño Guerrero’ dónde está?
La prisión fue tomada en septiembre de 2023 por el gobierno venezolano y desmantelada. Sacaron a todos los presos y en ese momento supuestamente se fuga el ‘Niño Guerrero’ y parte de su grupo cercano. Hoy no se sabe dónde está, pero ciertamente no está en la cárcel, está en algún otro lugar, no se sabe si de Venezuela o de la región.
¿Crees que el chavismo ha generado que esto prospere de manera impune?
El gobierno en general, desde el momento de Hugo Chávez, e incluso antes, ya había permitido irregularidades en las prisiones de Venezuela. Pero esto se afianzó con Chávez y siguió después perfeccionándose, afinando y terminando siendo lo que es hoy Tocorón y otras cárceles, porque no es solo Tocorón. Hay otras seis prisiones en situaciones similares, con menos visibilidad.
¿Cómo logran expandirse?
Está el hecho de que tienen una gran capacidad de adaptación, lo que les permite llegar a países como Perú, Colombia o Chile y establecer sus actividades ilícitas allí. Esto también está muy asociado a la necesidad de sobrevivencia que hemos tenido que desarrollar los venezolanos debido a la emergencia humanitaria compleja que se vive en el país y a la crisis política que ha forzado a ocho millones de venezolanos a huir de Venezuela. Hay una combinación de factores que han facilitado esta expansión. Es un grupo criminal más contemporáneo que en lugar de buscar la confrontación y los enfrentamientos lo que intenta es la negociación. Se han convertido en prestadores de servicios. Es decir, si tú tienes una organización en Perú que se dedica a cierta actividad, pensemos en la minería ilegal, y estos necesitan un ‘servicio’ criminal de sicarios, allí están ellos. O si en México, por ejemplo, el Cártel de Sinaloa requiere que cuiden una movilización de drogas, allí están.
Siguen la huella de los migrantes.
Sí, ellos identificaron muy rápidamente que el tráfico de migrantes, la trata de mujeres migrantes para explotación sexual era un negocio que además no estaba siendo explotado por otros grupos, principalmente en Sudamérica.
"El Tren del Agua estableció operaciones más allá de Venezuela sin necesidad de ejércitos armados. Les bastó un celular, un WhatsApp y algún tipo de estrategia. Las primeras evidencias que encontramos de la existencia de la megabanda se remontan al año 2014, pero pudo ser antes"
¿Sabes cómo operan en Perú?
Intentan controlar zonas para poder establecer extorsiones, sobre todo trata de mujeres migrantes, ese es uno de los principales delitos y está el microtráfico de drogas. También están involucrados en el ‘gota a gota’ y en la minería ilegal. El Tren de Aragua representa hoy al crimen organizado en el siglo 21.
¿Recibiste amenazas por este trabajo?
Fui amenazada poco antes de publicar el libro Había presiones en redes sociales.
¿Y no pensaste en irte del país?
Siempre quise ser periodista y no pienso irme del país. Trabajo con protocolos de seguridad, que incluye el apoyo emocional y la estrategia digital. El periodismo es una profesión que implica riesgos. Me quedo en Venezuela porque creo que allí es donde se necesita mi trabajo y creo que todavía hay esperanza en Venezuela. Hay que esperar a enero, pero se han seguido todos los pasos democráticos.
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