Michael Reid, autor del libro 'El continente olvidado', una crónica política y económica de América Latina. (Foto: Anthony Niño de Guzmán).
Michael Reid, autor del libro 'El continente olvidado', una crónica política y económica de América Latina. (Foto: Anthony Niño de Guzmán).

Cuando tenía 28 años de edad, pisó por primera vez . El periodismo fue su pasaporte para ingresar a un continente que ya le llamaba la atención, desde sus años de estudiante mientras Salvador Allende llegaba al poder en Chile. Michael Reid fue un hombre de izquierda en la Inglaterra de aquellos años.

Estudió Ciencias Políticas, Filosofía y Economía. Y en la práctica ejerció todo ello desde el periodismo. Le preguntamos sobre cómo llegó a América Latina, nos responde con cierta discreción que “por accidentes de la historia personal”, que finalmente lo afincaron en el Perú del año 82 a mediados de los noventa.

Y América Latina no solo ha sido su hogar, sino también se convirtió en su objeto de estudio. Desde 2014, escribe la columna ‘Bello’, que mira a este continente, en The Economist y es editor sénior de esta prestigiosa revista para América Latina y España.

Hoy presenta la reedición de 'El continente olvidado' (Planeta), en la librería El Virrey (Bolognesi 510, Miraflores), a las 7 p.m. El libro es una crónica política y económica de América Latina, el continente donde se forjó el periodista, pero también donde, tal vez, dejó de ser aquel hombre de izquierda.

¿Qué rasgos definen a los latinoamericanos?
La creatividad se da en muchos países de la región. Otra de las cosas que marcan a América Latina es el deseo de libertad. Y hay una tendencia contraria: una demanda de orden. Mucho de la historia en América Latina es esa competencia entre libertad y orden.

Competencia que da la impresión de que empantana el camino a seguir. Brasil ha decidido por Bolsonaro y México por López Obrador. ¿Algún país está en el camino correcto?
Es importante que haya un país que dé buen ejemplo. Creo que, de alguna forma, Chile va por un camino de desarrollo. Y con todo, Perú ha tenido bastante éxito en este siglo en términos de avance socioeconómico. Por supuesto, faltan cosas. El tema de El continente olvidado es que América Latina está en la búsqueda de democracias prósperas. Pese a todo, en este periodo democrático que empezó en los ochenta sí se dan las bases posibles para un avance significativo. Ahora, en el mundo hay lo que los políticos llaman la recesión democrática, y los casos claros de volver a una dictadura en la región son Venezuela y Nicaragua. En Brasil y México hay riesgos, aunque no son realidades antidemocráticas. Las sociedades son más democráticas de lo que eran cuando llegué aquí en 1980.

¿Y qué rasgos definen al Perú?
Es de los países con más informalidad, conjuntamente con Bolivia. El 70% de la fuerza laboral es la informalidad. Los peruanos son creativos, pero también es un país muy caótico. Incluso, hay un exceso de creatividad: crear soluciones fuera de la ley. Por otro lado, Perú me parece muy interesante por su geografía, historia, sociedad y lucha por mejorar.

¿Por qué eligió como tema a Latinoamérica?
Tenía curiosidad por América Latina. Había conocido España cuando era estudiante y me gustaba la cultura hispánica. En esa época, como muchos jóvenes, era de izquierda y veía a América Latina como interesante.

Un territorio donde estaban pasando muchas cosas con la izquierda. Por ejemplo, Allende en Chile.
Exactamente. Ahora, yo pienso que América Latina te cura del izquierdismo infantilista. La izquierda tiene razón en términos de que hay un nivel de desigualdad extremo e inaceptable, pero no tiene razón en sus soluciones. Muchas veces ha optado por un camino que le da más importancia al antiimperialismo que a la democracia y las libertades.

Reid
Reid

¿Cuál fue el punto de quiebre para romper con su visión de izquierda?
Darme cuenta de que la izquierda no tenía el monopolio de la virtud a nivel ético y moral.

¿Es válido seguir hablando en términos de izquierda y derecha, o eso ya es obsoleto?
Este debate que ha habido en América Latina, en los últimos 50 años, entre mercado y Estado es estéril y arcaico. Se necesitan más mercados, con menos monopolios y Estados más capaces para hacer bienes públicos que las sociedades demandan.

¿Cómo entender a la Latinoamérica que en Brasil elige a Bolsonaro y en México a López Obrador? 
Son extremos, pero representan una demanda social para el cambio. En Brasil es un ‘antipetismo’, donde el PT (Partido de los Trabajadores) terminó siendo identificado con la incompetencia económica y corrupción. En México hubo un hartazgo con un desempeño económico mediocre y un deterioro con el crimen y la corrupción durante Peña Nieto.

En Venezuela se volvió a calentar el clima social-político.
Es un momento crucial. El gobierno de Maduro no es visto como legítimo por muchos países de las Américas y la Unión Europea, que seguro aplicarán más presión económica contra el régimen con la idea de que las Fuerzas Armadas retiren su apoyo.

¿La única salida es a través de las Fuerzas Armadas?
Es un factor fundamental en el sustento del régimen, que está basado en el control de la fuerza. Es importante la máxima presión diplomática y financiera.

¿América Latina sigue siendo el continente olvidado?
Lo que quería decir es que no se le da la importancia debida. ¿Ahora es menos olvidado que hace 10 a 15 años? Sí.

En el libro señala que el protagonismo cultural le ha dado luz a América Latina.
Acabamos de ver una muy buena película mexicana, Roma, y con mucho éxito. El crecimiento cultural es superior al crecimiento político y económico.

Si en su juventud fue de izquierda, ¿hoy cómo se define?
Demócrata de centro radical (risas). Estoy entre el liberalismo y la democracia social.

AUTOFICHA:

“Nací en Guildford, en Inglaterra. Estudié Ciencias Políticas, Filosofía y Economía. Mi padre fue oficial de la fuerza aérea. Fue a la Segunda Guerra Mundial como voluntario y se quedó. Y mi madre era integrante de la fuerza aérea como voluntaria y, precisamente, se conoció con mi padre en la Segunda Guerra”.

“Soy el menor de dos hijos. ¿Quién no ha soñado con cambiar el mundo? Con el idealismo para un mundo mejor. Llegué al periodismo porque me gustaba escribir. Era una forma de aplicar lo que había aprendido en la universidad. Al final de cuentas, es un deseo de comunicación”.

“Un periodista puede tener el mismo impulso que un novelista para escribir de forma estructurada. No escribo ningún libro, pero siempre rondan ideas. Pero esas ideas se comentan cuando estén concretadas. Hay muchas cosas muy interesantes que escribir de América Latina, pero también en otros continentes”.