Manel Monteagudo estuvo toda su juventud en estado de coma. Ahora se dedica a escribir poesía. (Foto: captura YouTube)
Manel Monteagudo estuvo toda su juventud en estado de coma. Ahora se dedica a escribir poesía. (Foto: captura YouTube)

Según el historiador alemán Frank Bösch, en el año 1979 empezó el mundo actual con el debilitamiento de la guerra fría, el auge del neoliberalismo y la entrada de China en el mercado mundial, sin tener en cuenta los avances tecnológicos que han devenido en los últimos años (internet, teléfonos inteligentes, etc.). El español Manel Monteagudo se perdió todos esos acontecimientos inmerso en un estado de coma desde ese mismo año, por culpa de un accidente.

Manel comenzó a trabajar de marinero a los 14 años, estuvo en África, Alemania y en Irak sufrió una caída de seis metros, se golpeó la cabeza y entró en coma. Era el 28 de febrero de 1979 y ese mismo día cumplía 23 años.

Los primeros meses estuvo internado en Irak, luego unos años en un hospital de Coruña y al final lo trasladaron a su casa donde lo cuidó su novia desde ese entonces y actual esposa, Conchi.

Un coágulo alojado en la cabeza -que aún tiene- lo puso en ese estado, su pronóstico siempre fue reservado y en cualquier momento su esposa lo encontraría “frío”, por eso le aconsejaron a ella que asumiera “que estaba muerto en vida, que mi camino era el cementerio”, recuerda Manel, según recoge .

No fue hasta el 15 de octubre de 2014, 35 años después, que Manel abrió los ojos. Varios sucesos ocurrieron mientras “dormía”, España había ganado el Mundial de Fútbol en 2010, aparecieron los controles remotos, algo llamado internet y estaba casado.

“Mi primera impresión es que el accidente lo tuviera el día anterior, que estaba en un hospital, pero en Irak, pensaba que era el día siguiente del accidente”, expresa Manel.

En el tiempo que sufrió el accidente la convivencia era complicada y para que Conchi pueda cuidarlo debía haber un contrato matrimonial.

“Para mí era mi novia, yo no soy consciente de que ya era mi esposa. Tan pronto le vi la cara, la reconocí. Lo que no me encajaba para nada era el cabello, porque tenía muchas canas”, recuerda, pero en ese momento no podía expresarse con palabras y tuvo que pasar por una rehabilitación para volver a hablar, ir al baño o caminar luego de tanto tiempo en estado vegetativo.

Verse en el espejo constituyó uno de los mayores retos y un duro golpe también.

“No, este no soy yo, este es un viejo, yo tengo 22 años”.

Despertó con hijos y sin padre

“Me dormí con 22 años y me desperté con 58″, dice Manel -ahora con 65 años- y siente el salto al futuro que experimentó cuando despertó.

Absolutamente todo le fue extraño, la sociedad, la tecnología, las comunicaciones, la medicina, las personas, la mayoría de cosas establecidas en su mundo de 1979 cambiaron. Despertó casado y con dos hijas, su padre había fallecido, encontró a su madre con demencia y ella murió tres años después.

Dice que no lamenta nada porque “no recuerda nada”, pero sí le entristece la muerte de su padre, y destaca a Conchi que “sacrificó su juventud” por él.

Sus hijas tienen 37 y 26 años, vivió el nacimiento de una de sus nietas, se dedica a la jardinería, escribe poesía y está a poco de publicar su quinto libro.

No hay secuelas de gravedad, solo no puede cargar mucho peso, ni agachar demasiado la cabeza porque se marea. Pero si algo detesta es dormir, se acuesta a las dos de la madrugada y despierta a la siete y treinta de la mañana para evitar la cama.

“Odio dormir. Y voy a la cama porque el cuerpo no aguanta, si aguantara no volvía a ella”.

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