En 1986, se convirtió en el diputado más votado del país y comenzó a acariciar el sueño presidencial. (Reuters)
En 1986, se convirtió en el diputado más votado del país y comenzó a acariciar el sueño presidencial. (Reuters)

Redacción PERÚ21

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"Prueben que soy corrupto e iré caminando a la cárcel". Así defendía su inocencia cuando ya estaba cercado por la Justicia en . Pero eso frase hoy le estalla en la cara pues ha sido condenado, en primera instancia, a 9 años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero.

Lula encarnó hasta ahora el sueño de millones de brasileños. Logró salir de la miseria, estudiar, liderar un sindicato y alcanzar la Presidencia. Casi una historia de novela con un triste final.

Nacido en 1945, en el estado de Pernambuco, en el empobrecido noreste, Lula emigró con su madre y sus siete hermanos a los alrededores de Sao Paulo siguiendo los pasos de su padre, un campesino analfabeto y alcohólico que tuvo 22 hijos con dos mujeres, Lindú, la madre del ex presidente, y su prima.

Conoció a su padre cuando tenía 5 años. Vendió naranjas y tapioca en las calles. A los 15 empezó a trabajar como tornero y poco después se acercó al movimiento obrero y llegó a presidir el poderoso sindicato metalúrgico.

A comienzos de los años 80, en la agonía de la última dictadura militar brasileña, participó en la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) con políticos e intelectuales de izquierda.

En 1986, se convirtió en el diputado más votado del país y comenzó a acariciar el sueño presidencial, aunque le costó cuatro intentos: 1990, 1994, 1998 y 2002.

Su experiencia como militante y su condición de "animal político" le permitieron esquivar los casos de corrupción de su primer mandato, como el 'Mensalao', que se llevó por delante a parte de la cúpula del PT.

"Nadie tiene más autoridad moral y ética que yo para transformar la lucha contra la corrupción en bandera, en una práctica cotidiana", afirmó Lula en 2005, en medio del escándalo causado por el pago de sobornos a parlamentarios.

Entonces, con un PT golpeado, el ex mandatario no tuvo empacho en mirar hacia el centro y la derecha, sus antiguos adversarios políticos, en busca de apoyos para renovar su mandato, en 2006.

Se mantuvo en el poder durante ocho años, en los que logró sacar de la pobreza a 28 millones de personas.

Dejó el Gobierno con 87% de popularidad, transformado en el político más valorado de Brasil. Ciertamente, un récord difícil de superar por cualquier mandatario del mundo. Y se dio el lujo de elegir a su sucesora, su ahijada política Dilma Rousseff, prácticamente desconocida para buena parte del electorado, y llevarla a la Presidencia.

Se convirtió en un personaje de película con 'Lula, el hijo de Brasil', estrenada en 2009 y que figura entre las más caras de la historia del cine brasileño.

Como ex presidente, logró mantener su popularidad intacta en los primeros años, hasta que la crisis y el desgaste hicieron mella en Rousseff y empezaron a multiplicarse los escándalos de corrupción que salpicaban a todos los partidos políticos, especialmente al PT.

'Lava Jato', la investigación de la monumental trama de desvíos de Petrobras, golpeó al Gobierno de Rousseff, al PT y alcanzó a Lula.

Con la crisis como telón de fondo, los viejos aliados del PT se volvieron en su contra y el aislamiento político de Rousseff allanó el camino para un proceso que terminó con su destitución el 31 de agosto del 2016.

Así, el PT, Dilma y ahora Lula –con cinco juicios encima– atraviesan este triste final político. Y pensar que Time le dedicó una portada como el líder más influyente del mundo y diarios como Le Monde o El País lo nombraron "Hombre del año".

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