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Los hipopótamos de Escobar
Llegaron cuatro en la década de los 80 y ahora se han multiplicado. ¿Por qué Colombia busca deshacerse de estos animales exóticos?
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Un eslogan turístico de Colombia reza “Colombia, realismo mágico”. Apoyado en las letras de su autor de cabecera Gabriel García Márquez, este país sudamericano promete vivencias únicas, diferentes y sorprendentes en su territorio. Y parecen no equivocarse. El caso de los hipopótamos que llegaron a este país hace 40 años por antojo del narcotraficante Pablo Escobar, y que ahora nadie quiere, es una clara muestra de que en la tierra del vallenato todo puede ocurrir.
En un capítulo más de esta peculiar historia, hace unos días Ecuador rechazó cualquier intención de recibir alguno de estos animales exóticos. “No tiene ningún sentido”, dijeron. Una puerta más que se le cierra a Colombia en esta inaudita empresa por deshacerse de animales que llegaron de afuera.
HERENCIA DE ESCOBAR
Retrocedamos a los años ochenta. Encumbrado por sus negocios turbios, el narcotraficante Pablo Escobar llevó ilegalmente a Colombia tres hipopótamos hembra y uno macho para su zoológico en la Hacienda Nápoles, en Antioquia. La travesía de estos animales oriundos de África subsahariana había sido titánica. Pero Escobar se había empecinado en recolectar animales tan exóticos como flamencos, jirafas, cebras, canguros, elefantes y más.
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Sin embargo, el narcotraficante no imagino que traería también un problema de peso para su país. Luego de su captura en 1993, la mayoría de las especies fueron ubicadas en zoológicos, pero nadie prestó atención a los hipopótamos, que quedaron en un ambiente ajeno sin ningún tipo de control científico. Cuarenta años después de haber llegado, se han convertido en un problema serio para Colombia. Su rápida reproducción y el hecho de no tener competencia alguna ha hecho que más de 160 vivan libres por la cuenca del río Magdalena, que conecta seis departamentos.
Teniendo en cuenta que un solo hipopótamo puede llegar a pesar dos o tres toneladas y comer hasta 40 kilos de comida diaria, lo que genera serios cambios al ecosistema donde se desarrollan, el gobierno los incluyó en 2022 en el listado de especies invasoras. Desde allí se inició una ardua tarea por saber qué hacer con ellos.
Descartando la cacería, ya que no funcionó en 2009 (la muerte de uno de ellos, Pepe, causó la indignación popular), primero llevaron a cabo un programa de esterilización que no tuvo los mejores resultados. Tampoco tuvo éxito el rastreo y marcación. Sin embargo, ahora las autoridades de Antioquia buscarán trasladar a, al menos, 70 de ellos hacia la India y México. En un primer momento se habló también de Ecuador, pero, tras la negativa del Gobierno de dicho país, eso quedó descartado.
Detrás del plan de Antioquia, está el conservacionista mexicano Ernesto Zatueta, presidente de la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México (Azcarm). Él, junto a la India, pagaría el costoso traslado y se aseguraría de que los animales queden a buen recaudo. 10 ejemplares irían a su santuario en México y 60 a la India. Por otro lado, una productora argentina grabaría toda la odisea. Todo el proceso, estimaron las autoridades colombianas esta semana, costará alrededor de 3.5 millones de dólares y se realizaría apenas los animales consigan una especie de “pasaporte” otorgado por el Ministerio del Ambiente para salir del país.
Aun así, hay varias preguntas sobre la mesa. ¿Cuánto durará el proceso?, ¿quién costeará otros gastos, como la reunión de los animales?, ¿serán sedados en su traslado? Y de salir todo bien, ¿qué se hará con los que queden en Colombia? Muchas interrogantes en un país donde Pablo Escobar sigue causando problemas.
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