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La tristeza de la reina Isabel II y lo que significaron los divorcios de sus hijos Carlos, Andrés y Ana
“La angustiaba mucho más de lo que aparentaba”, dijo un exmiembro del personal en un libro que está próximo a salir.
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Pese a que la reina Isabel II del Reino Unido logró salvar su matrimonio, quizá porque pensaba que un divorcio suyo generaría una gran polémica, el resto de la familia real británica no ha seguido sus pasos. La monarca permaneció imperturbable cuando los divorcios de tres de sus cuatro hijos se desarrollaron públicamente en los 90, pero en privado la historia era distinta.
En la próxima biografía, Queen of Our Times: The Life of Queen Elizabeth II, el biógrafo real Robert Hardman exploró el dolor privado de la soberana cuando los matrimonios de sus hijos Carlos de Gales, Andrés de York y la princesa Ana del Reino Unido llegaron a su fin en la década de los 90.
“Aparentemente estoica, como siempre, la reina estaba encontrando las conversaciones de divorcio profundamente perturbadoras”, escribe Hardman en su libro, al cual tuvo acceso la revista People. “Otro exmiembro de la Casa recuerda que, de vez en cuando, aparecía un atisbo de su desesperación”.
Cómo le afectaron los divorcios
“La angustiaba mucho más de lo que aparentaba”, le dice un exmiembro del personal a Hardman, recordando su intento de poner los matrimonios reales rotos en algún tipo de perspectiva. “Dije, ‘Señora, parece estar sucediendo en todas partes. Esta es una práctica casi común’. Pero ella solo dijo: ‘¡Tres de cuatro!’ era pura tristeza y exasperación. No se debe subestimar el dolor por el que ha pasado”.
A pesar de lo que estaba pasando internamente, la reina nunca perdió la calma durante su año terrible, o “annus horribilis”, en 1992. El año vio un incendio que destruyó parte del Castillo de Windsor y el colapso de los matrimonios de Carlos, Ana y Andrés, así como los escándalos de la princesa Diana y al príncipe Carlos.
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“No recuerdo una sola ocasión en la que fui a verla y ella exclamó: ‘¡No! ¿Qué sigue?’“, contó su exsecretario de prensa, Charles Anson, a Hardman en Queen of Our Times, que se publica el 5 de abril. “El problema a veces era vergonzoso, pero ella siguió adelante. Es inmensamente reconfortante en esas situaciones trabajar para alguien que no se siente abrumado”.
En todo momento, agrega, ella “nunca fue corta, nunca irritable, completamente estable”. Exteriormente, la reina eligió la “quietud” en medio del drama que rodea la separación de Carlos y Diana, un enfoque que aprendió de su padre, el rey Jorge VI.
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“La estrategia de su madre en estas situaciones le había valido el apodo de ‘avestruz imperial’ entre el personal real”, escribe Hardman. “La respuesta de la reina, como siempre, fue seguir el ejemplo de su padre, absorto en sus días en el mar, y tratar la adversidad como el océano”.
“Si bien a veces se ha acusado a la reina de actuar con lentitud, nunca ha habido una acusación de pánico. Su modo predeterminado ante una crisis es la quietud”, escribió Hardman.
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