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El dramático testimonio de las enfermeras mexicanas que luchan contra el coronavirus y reciben ataques de la población
Las enfermeras y médicos en el mundo son el primer frente de batalla contra el COVID-19. Sin embargo, el temor al contagio por parte de la población los ha convertido en blanco de ataques
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Las enfermeras y médicos en el mundo son el primer frente de batalla contra el COVID-19. Sin embargo, el temor al contagio por parte de la población los ha convertido en blanco de ataques.
Esta situación ha quedado en evidencia en México donde atrás quedaron los reconocimientos al personal médico pues un buen número de especialistas de hospitales ha denunciado ser víctima de agresiones en las calles solo por llevar su uniforme de trabajo.
Según denunció la Comisión de Enfermeras del Estado, la primera semana de abril, una enfermera fue rociada con agua y cloro en una vía de Guadalajara, en el estado de Jalisco. Este solo era uno de lo cinco ataques registrados en lo que va de este mes.
“A la compañeras no se les permitió subir a camiones de transporte público y si subían, la gente se había a un lado para no tocarlas. A una compañera la bañaron de agua y cloro”, refirió Edith Mujica, presidenta de la Comisión Interinstitucional de Enfermeras de Jalisco a El Universal.
En Sinaloa, en tanto, se produjo una agresión de características similares contra otra enfermera cuando salía de su centro de labores mientras que en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, desconocidos rociaron de combustible y prendieron fuego a parte de las instalaciones del Hospital General que se venía terminando de construir para trata a los pacientes con COVID-19.
El País recopiló algunos de los testimonios del las enfermeras afectadas por estas agresiones callejeras.
“Cuando salía de la tienda una señora que llevaba una bolsa en el brazo me empieza a decir que nosotros el personal de salud estamos contaminando la ciudad de Reynosa, Tamaulipas” cuenta Luis Gerardo Ramos quien, tras ignorar los insultos de la mujer, fue rociado de agua y cloro lo que le causó irritaciones en la cara, el pecho, el abdomen, el cuello y la espalda.
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Brenda Salomón, del Estado de México, reveló que algunos transportistas no quieren llevarla. Sin embargo, la peor experiencia ocurrió cuando ya llegaba a casa:"unos tipos en un auto me gritaron ‘traes el Covid’ y me escupieron".
En San Luis Potosí, la agresión fue mas allá y dejaron a Sandra Alemán con contusiones y un dedo roto. Ella contó que en un receso del trabajo Hospital General de Zona nº1 salió por un café y unos niños la acusaron de ser portadora de coronavirus, por lo que ella les llamó la atención. Sin embargo, no esperó que la madre de estos menores la atacara hasta dejarla imposibilitada de realizar su trabajo. " La mujer me da una bofetada y me agarra de mi uniforme. Yo meto las manos, nos tropezamos y caemos al suelo mientras me sigue golpeando. Me fracturé un dedo y me dañé un tendón de la mano derecha. Llegué con la ropa del trabajo rota, tengo contusiones en todo el cuerpo y golpes en la cara".
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“Pasó un coche y me gritó ‘¡Infectada!’, desde la ventanilla un hombre me tiró un café muy caliente que me alcanzó la espalda. Intenté meter las manos debajo de la blusa para despegarla de la piel. ¿Sabe lo que más me duele? Más que el daño físico, el daño moral. Ahora fue un café pero, ¿y si la próxima vez es una piedra? dice Ligia Kantun, de Yucatán.
Al igual que las de ellas existen otras historias que continúan en el anonimato por temor. En lo que si coinciden todas estas personas es que- a raíz de sus malas experiencias- dejaron de lucir con orgullo su uniforme y prefieren guardarlo al salir de su trabajo para evitar un nuevo ataque.
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