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AztraZeneca: cinco datos a tener en cuenta sobre esta vacuna contra la COVID-19

La vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca/Oxford es barata y fácil de almacenar, pero está acumulando controversias, sobre todo en relación a los efectos secundarios.

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La vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca/Oxford es barata y fácil de almacenar, pero está acumulando controversias, sobre todo en relación a los efectos secundarios.
Éstas son algunas de sus principales características:
“Vector viral”
Esta vacuna fue desarrollada por los investigadores de la Universidad de Oxford en colaboración con gigante farmacéutico británico AstraZeneca.
Es una vacuna “de vector viral”: toma como base otro virus (un adenovirus de chimpancé) que fue debilitado y genéticamente modificado para impedir que el coronavirus se reproduzca en el organismo humano.
La forma en que introduce el material genético en las células, ordenándoles que ataquen al SARS-CoV-2, se ha calificado de “caballo de Troya”.
Práctica y asequible
La vacuna de AstraZeneca/Oxford tiene la ventaja de ser barata (unos 2,5 euros o 3 dólares por dosis, con variaciones según los costes de producción locales). AstraZeneca se ha comprometido a venderla sin hacer beneficio.
También es fácil de almacenar: puede conservarse a la temperatura de un refrigerador, entre 2ºC y 8ºC, a diferencia de las vacunas de Moderna y Pfizer/BioNTech, que solo pueden almacenarse a largo plazo a temperaturas muy bajas.
Esto facilita una vacunación a gran escala.
Este fármaco, además, es distribuido mediante el programa Covax a los países más desfavorecidos.
Preguntas sobre efectos secundarios
Las sospechas crecen sobre los posibles efectos secundarios graves, aunque poco comunes, tras la detección de casos de trombosis atípicas en pacientes vacunados con AstraZeneca.
Se han registrado decenas de casos, algunos de los cuales han derivado en fallecimientos.
El Reino Unido informó de 30 casos y siete decesos, hasta ahora, de un total de 18,1 millones de dosis administradas hasta el 24 marzo. Ninguna observación similar ha sido reseñada tras la aplicación de millones de dosis del fármaco de Pfizer/BioNTech.
Según la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), “no se ha probado ninguna relación de causalidad, pero es posible”, y los beneficios del inmunizante contra el coronavirus siguen siendo superiores a los riesgos.
Por precaución, varios países decidieron no administrar esta vacuna por debajo de cierta edad, como Alemania y Holanda (60 años), Francia y Canadá (55 años), o Suecia y Finlandia (65 años).
Por su parte, AstraZeneca aseguró en marzo que “no hay pruebas de un riesgo agravado”, y este sábado volvió a insistir en que la seguridad de los pacientes “es lo primero”.
Confusión sobre su eficacia
Según el laboratorio británico, tiene una eficacia promedio del 70% (frente a más de 90% para Pfizer/BioNTech y Moderna), resultado validado por la revista científica The Lancet.
En los primeros resultados publicados, procedentes de ensayos clínicos previos a su aprobación, aparecían variaciones de eficacia, según dosis diferentes administradas por error, lo que sembró la duda y provocó críticas, llevando a la empresa a realizar estudios adicionales.
Su eficacia en personas mayores de 65 años también fue cuestionada en Europa por falta de datos, hasta que nueva información, extraída de las campañas de vacunación de los países más avanzados en este terreno, aportó tranquilidad al respecto.
En Estados Unidos, el regulador de medicamentos criticó al grupo farmacéutico por haber suministrado datos “obsoletos” en sus ensayos clínicos. Por ello, redujo su eficacia a 76% en los casos sintomáticos, en lugar de un 79%.
Dos estudios británicos realizados en condiciones reales, en Escocia e Inglaterra, mostraron una protección importante frente a las hospitalizaciones.
Retrasos en las entregas
Según AstraZeneca, a mediados de marzo, la vacuna estaba aprobada en más de 70 países. El Reino Unido fue el primero en autorizarla y encargó 100 millones de dosis.
Los retrasos en las remesas a los países de la Unión Europea provocaron arduas quejas, ya que el laboratorio sí entregaba al Reino Unido las existencias prometidas. Ante esta falta de suministros, la Comisión Europea decidió controlar las exportaciones de vacunas anticovid para impedir entregas a otros países.
Esta situación causó tensiones entre Bruselas y Londres, pero desde entonces se comprometieron a solucionar el litigio mediante negociaciones.
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