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[Perfiles21] Paloma Roldán: “Quiero confiar en quienes dirigen el país”
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Creció entre los cerros de Independencia y Barranco, saltó de un colegio estatal a uno privado y ese contraste, confiesa, le ha dado una curiosidad inacabable. A sus 40 años, Paloma Roldán es educadora ambiental y dirige Ciudad Saludable, una misión que conoce desde niña, por ser hija de su fundadora, Albina Ruiz, una eminencia del reciclaje en el mundo entero. Además, Paloma, quien se suma constantemente a iniciativas por el desarrollo del Perú como el Observatorio de Género, explica que busca la paz del ambiente y combinar espacios y disciplinas desde la gestión cultural y el arte: “Veo el Perú como lo que es, un ecosistema. No imagino pensar en residuos sin pensar en las zonas más pobres y no puedo pensar en las zonas más pobres sin considerar las injusticias y la violencia que allí existen o en las carencias de la educación para niñas y niños. Claro que no es igual tener servicios tan básicos como el agua a tener que bañarte con un baldecito. Hasta la violencia política se vive distinta en las Limas que he podido conocer”, dice agitada mientras reconoce que la emociona su suerte, el pertenecer a una nueva generación de mujeres que ha podido estudiar en la universidad. “Cuando la realidad es tan dolorosa, no se puede ni soñar”, comenta.
Del colegio estatal al privado
Su madre tenía 22 años cuando ella nació. Su padre era profesor de teatro en un colegio privado y sabía de la importancia del arte. Paloma ríe cuando cuenta que a sus 4 años era la única niña del cerro que llevaba clases de ballet, pero se le iluminan los ojos cuando recuerda que lo hacía en el MALI, sintiendo la libertad de bailar en un palacio con la música de Tchaikovski de fondo. Su vida, sin embargo, dio un giro mayor en cuarto grado de primaria, cuando tuvieron que cambiarla de colegio. “Los profesores comenzaron a golpearnos, a mí por ambidiestra, porque tenía problemas con la educación espacial y la profesora creía que me burlaba de ella. Mi papá fue a hablar con ella y se dio con la sorpresa de que los otros padres exigían firmeza, así que me retiró y consiguió una plaza en el José Antonio Encinas (JAE), el lugar donde inicié mi transición entre esos dos mundos. Cambié de barrio, comencé a aprender, a vivir en comunidad y a conocer las bases de la democracia. El JAE me ayudó a encontrar mi voz, algo que tal vez no hubiera ocurrido con otra educación”, dice mientras comenta que uno de sus pretendientes del barrio de Independencia terminó en la cárcel por ser uno de los cabecillas de Los Injertos.
Arte y contribución
Partiendo de una tradición familiar, Paloma considera que si la vida le ha dado una oportunidad, como la educación privilegiada que recibió, es su deber devolverla. Eligió entonces, como segunda formación, ser terapeuta de artes expresivas porque, según dice, “alguien tiene que ver el cuidado de los cuidadores”. Considera que mujeres esforzadas, como su madre que ha superado incluso un cáncer, han tenido que trabajar en condiciones muy duras y dice que es hora de hacer una reingeniería social, unir la pedagogía con el arte para tener una lectura de lo que está pasando y así facilitar los procesos en la construcción colectiva, que tanto se necesita. Para ello, Paloma también analiza la coyuntura política, la crisis de confianza que data de una larga historia en nuestro tejido social: “Este quiebre no viene de ahora, es una herida que ha ido creciendo y haciéndose crónica porque ya no sabe de qué otra forma gritar para decir que necesita atención”. Le pregunto si la solución es participar en algún partido político, pero no. Para ella, la participación puede ser ciudadana y me pregunta: “¿Cuántas personas siguen a su municipio? ¿Quién es voluntaria de su distrito? ¿Quién trabaja en políticas públicas?”. Lo que más le preocupa, dice, es la estigmatización del campesinado a consecuencia de la mala gestión del actual gobierno: “Yo vengo de familia campesina y migrante, y quisiera tener esperanza en quienes dirigen el país”, confiesa.
Chispazos
¿Participarías en política?: “Creo que desde la sociedad civil se puede aportar para fortalecer las instituciones públicas y el relacionamiento con las empresas. En todo caso, para yo ser parte, tendría que haber otras condiciones. Saber que se van a tomar decisiones de fondo y cambios profundos”.¿Crees que es posible?: “Cada día menos. Pero necesito confiar”.¿Hay mucha frustración en el intento de hacer mejoras?: “Sí. Aunque parezca extraño, la frustración compartida también ayuda. Hay muchos que queremos avanzar hacia una mirada preventiva, aunque hay cosas que ya no se pueden revertir”.¿Cómo describes al gobierno actual?: “Lo que está pasando es que no se considera la meritocracia, algo que se debe desarrollar desde los estudios, la experiencia de vida y el criterio. Cada vez encontramos más personas que no tienen experiencia, y eso genera retraso y dificultad”.¿Se puede construir país desde lo que se está viviendo?: “Creo que sí, por eso hago lo que hago. Enfoquémonos en la capacidad de resiliencia que tenemos como ciudadanía. La vida siempre se abre paso, a pesar del calentamiento global, pero tenemos que trabajar en mitigación, reconstrucción y reparación. Climática y políticamente hablando”.
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