Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hilario Mejía vive en Canto Grande, en . Trabaja en un pequeño taller familiar de cerámica que dejó de lado por unos días para ir en auxilio de quienes más lo necesitan junto a su familia.

"No he sufrido lo que están sufriendo acá las personas. Vi en los noticieros que hay mucha gente que está sin comer y sin dormir", explicó Mejía, de 52 años de edad.

Sus hijos Luis (22), Ivonne (20), Fernanda (13) y Diego (11) pusieron manos a la obra y lo acompañaron en su hazaña. Durante todo el día repartieron avena y sándwiches de jamonada a los vecinos más afectadas por las lluvias y los huaicos en San Juan de Lurigancho.

Sus alimentos también sirvieron para dar de comer a los policías que resguardaban el río Huaycoloro.

"Esto empezó en casa con mis hijos. Más que todo por sensibilizarlos y tratar de que ellos se comportasen así con las personas. Al principio lo tomaron como una locura, pero me apoyaron", explicó.

El panorama, dijo, era lamentable, familias enteras de los asentamientos humanos de los Robles de Campoy, o Santa Rosa de Huachipa, llevan cuatro días sin agua y no tienen qué cocinar.

María Christina Auqui, vecina de Campoy, reclama que la Municipalidad de San Juan de Lurigancho se ha desentendido de los más afectados. "No solamente necesitamos agua, necesitamos comida", aseguró.

Hilario Mejía, consciente de lo que sucede a su alrededor, dice que le gustaría armar un grupo aún más grande para brindar más y mejor ayuda.

"En mi trabajo han bajado las ventas, no tengo buena situación economía, pero a pesar de eso acá necesitan más", dijo Mejía, convencido de que una ayuda, por muy pequeña que sea, puede ayudar a contribuir a sobreponerse a la tragedia.