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Cólera en el Perú: el día que se anunció la llegada de la epidemia hace 30 años

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Lima, 30 de enero de 1991. Recorrido por hospitales de Villa El Salvador para registrar el estado de enfermos con cólera. Foto: Darío Médico / GEC Archivo Histórico
Fecha Actualización
El cólera, una bacteria cuyo nombre científico era ‘Vibrio Cholerae’, llegó para infectar a gran parte del país. El 1 de febrero de 1991, en el cuartel Miguel Grau de Piura, fueron infectados unos 70 soldados, los cuales terminaron internados en el Hospital Militar. La causa: tomaron agua potable contaminada con aguas residuales.
Desde entonces, la idea de hervir el agua antes de consumirla se convirtió en una máxima para piuranos y, finalmente, para todos los peruanos. El cólera era una bacteria que descompensaba a los afectados, y los consumía en medio de inevitables vómitos, terribles diarreas y una desgastante deshidratación.
¿Qué ocurrió ese 4 de febrero de 1991? El Instituto Nacional de Salud (INS), en una tensa conferencia de prensa, dijo que una epidemia asediaba al país. El gobierno central y las autoridades sanitarias debieron informar así, crudamente, porque ya tenían frente a ellos a 23 fallecidos por cólera.
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Se trató de cinco muertos en Piura; cuatro en Chancay y 14 en Chimbote. En ese momento, se podía informar que un poco más de 500 personas estaban infectadas. El Ministerio de Salud (Minsa) empezó una larga y pesada tarea de distribución de material e insumos médicos hacia el interior del país, especialmente en las localidades de la costa norte peruana.
LAS BOLSITAS SALVADORAS Y UNA EPIDEMIA DESCONTROLADA
Declaratorias de emergencia en zonas como Chimbote, la atención médica fue abierta para todos los afectados, sean asegurados o no. El gobierno de Alberto Fujimori, con seis meses en el poder, recomendó entonces que las llamadas “bolsitas salvadoras”, que no eran sino unas bolsas de sales rehidratantes, podían cumplir una función auxiliar clave en el alivio de los primeros síntomas; esto hasta que el paciente pueda acudir a una posta médica.
El 5 de febrero de 1991 entendimos por qué se dio esa apurada conferencia de prensa. El cólera ya estaba en Lima y el Callao. Unas 32 personas, con síntomas inequívocos, tuvieron que ser ingresadas en el Hospital Arzobispo Loayza y el Hospital Dos de Mayo, del Minsa; y en el Hospital Guillermo Almenara (ex Obrero) del Seguro Social. Asimismo, ingresarían otros infectados con cólera hacia nosocomios de la capital y del puerto chalaco. Ya para entonces, había 27 personas muertas en la epidemia.
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Entonces, el gobierno de Fujimori debió admitir que el ‘Vibrio Cholerae’ había cobrado su primera víctima, en realidad, el 31 de enero de 1991. La ruta de ingreso más probable había sido la frontera norte. La recomendación oficial era que debíamos tomar agua hervida y alimentos bien cocidos. También debíamos lavarnos las manos varias veces al día, por el contacto que hacíamos en espacios contaminados. Pero luego creció la idea de que la bacteria se trasmitía por el consumo mariscos y pescados crudos.
Esa misma semana, el 7 de febrero, mientras el Minsa informaba que se declararía la salud pública en emergencia nacional y se prohibiría las visitas a las playas de la Costa Verde, la alcaldía de Lima perseguía a los vendedores ambulantes de cebiches (“cebiche al paso”). Entonces, las autoridades del gobierno central, con el entonces ministro de Pesquería a la cabeza, Alberto Canal, se empeñó en negar que la causa de la epidemia fuera el consumo del pescado en malas condiciones.
La verdad era que, para el 8 de febrero, el Minsa comunicaba que habían registrado 3.662 casos de cólera en el Perú. Y ya habían fallecido 30 personas. Hubo una declaratoria de emergencia sanitaria por 120 días solo en las ciudades más afectadas. Asimismo, se aprobó la creación del Fondo de Emergencia de Lucha contra las Epidemias.
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Con cuatro millones de dólares en el presupuesto de este fondo de emergencia se combatió la plaga del cólera. Los efectos se evidenciaron en el transporte aéreo con restricciones para el traslado de alimentos; lo mismo ocurría en el Terminal Pesquero del Callao. Pero también, como si fuera un abrazo solidario que se recibe cuando estás apunto de desfallecer, recibimos la ayuda humanitaria y sanitaria des países amigos como Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, México, EE.UU., Canadá y España.
Tras esa primera semana de febrero de 1991, una semana de pesadilla sin duda, el diario El Comercio anunció que distintas investigaciones habían señalado, efectivamente, que los mariscos y pescados eran los portadores de la bacteria miembro de la familia ‘Vibrionaceae’: el Vibrio Cholarae 01. Biotipo El-Tor.
Luego esto lo confirmaría la Organización Panamericana de la Salud, que calificó al germen como ‘Serotipo Chancay’: la razón era que las muestras analizadas se recogieron en ese lugar. Otro problema, que se sumaba, era la calidad del agua que consumían los limeños. Sin garantía de ninguna clase, lo único que había que hacer era hervir el agua. Una costumbre que hasta hoy nos queda en la mayoría de hogares peruanos.