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Un mar de fe: Toda la devoción al Señor de los Milagros recorre Lima [FOTOS Y VIDEOS]
Hoy se inició el segundo recorrido que realiza el Cristo Moreno en la capital.
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El fervor de los fieles del Señor de los Milagros. (Renzo Salazar /Perú21)
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Jeffry Huallanga Castañeda lleva parado dos horas en el mismo lugar. Aguarda exactamente al frontis de Palacio de Gobierno y carga una bandera morada y blanca. No es el único, diez compañeros de su colegio lo acompañan. Los alumnos de cuarto año de secundaria del colegio Corazón de María del Norte fueron elegidos para escoltar el paso de la imagen del Señor de los Milagros por la Plaza de Armas. Jeffry está orgulloso. Cuenta que es un honor asistir a la procesión y que “la ayuda que dio en las misas” rindieron frutos. Antes de que pase el Cristo Morado se arregla la camisa por última vez, alza la bandera lo más alto posible y fija la mirada en la imagen.
Este miércoles el Señor de los Milagros realiza su segunda procesión en octubre. No hay mucho sol y eso es lo que más agradecen los miles de fieles que han abarrotado el Centro de Lima. Es una escena repetida. Cada año, en octubre, el Cristo de Pachacamilla es alzado en hombros para recorrer los más importantes lugares de la ciudad. Este miércoles, el recorrido lo lleva por Palacio de Gobierno, la Municipalidad de Lima y el Congreso de la República.
Con un retraso de quince minutos, la imagen hace su llegada. En la Plaza Mayor no hay espacio para nadie más. Hasta los turistas se han unido a la celebración y con sus celulares tratan de grabar este evento. La sorpresa se ve en sus ojos y es que lo más probable es que nunca hayan visto tanta devoción junta en un solo lugar.
A las afueras de Palacio, Pedro Pablo Kuczynski se acerca a la imagen, la toca y tras una reverencia le brinda un arreglo floral enorme, con la inscripción ‘Despacho presidencial’. Son poco más de las once de la mañna. Lo acompaña su esposa, Nancy Lange, y la jefa de la PCM, Mercedes Aráoz. El homenaje dura apenas diez minutos. PPK se persigna y se retira.
Pero un cuarto de hora más tarde, ya a las afueras del Palacio Municipal, Luis Castañeda Lossio se muestra más amable. Por lo menos así lo dice María, una fiel que está un poco molesta con PPK por no hacer ingresar al Cristo al patio del Palacio. El alcalde de Lima desde su balcón saluda y aprovecha también para darse un baño de popularidad. Tras unos segundos, baja y sale afuera y no duda en cargar la pesada anda. Sonríe a las cámaras, los fieles se lo agradecen con aplausos.
A las doce del medio dia la procesión inicia su salida de la Plaza Mayor. Con los ojos cerrados, Grimalda Arredondo pide por su artrosis, una enfermedad que ya la acompaña los últimos 8 de sus 81 años. Junto a uno de sus siete hijos y con sus exámenes médicos en mano, cuenta que lo único que no se debe perder en esta vida es la fe. Es la primera vez que viene en más de dos décadas. Recuerda que de joven, en un intento por salir de la procesión que no la dejaba respirar, perdió uno de sus zapatos. Nunca lo encontró.
La imagen se detiene antes en el Palacio Arzobispal. Ahí el cardenal Juan Luis Cipriani da un pequeño sermón desde uno de los balcones del edificio neocolonial. Pide a sus fieles demostrar más que nunca en el “mes de octubre los frutos del amor”. Desde la plaza, los seguidores del Cristo Moreno lo escuchan atento, también lo hacen los fieles que acompañan sentados al cardenal a su derecha e izquierda, desde un lugar privilegiado.
Por abajo un comerciante ofrece banquitos a 10 soles. Se trata de unos tubos de metal ensamblados junto a una tela morada. El negocio no va nada mal y es que la procesión avanza a paso lentísimo y en cada parada es una obligación descansar. Lo sabe bien Rosario, quien viene cada año. Con paciencia y sabiendo que el cardenal Cipriani demorará en sus palabras, arma su asiento y se presta a escuchar atenta. Ella ha venido a pedir por la salud de su esposo.
Por abajo un comerciante ofrece banquitos a 10 soles. Se trata de unos tubos de metal ensamblados junto a una tela morada. El negocio no va nada mal y es que la procesión avanza a paso lentísimo y en cada parada es una obligación descansar. Lo sabe bien Rosario, quien viene cada año. Con paciencia y sabiendo que el cardenal Cipriani demorará en sus palabras, arma su asiento y se presta a escuchar atenta. Ella ha venido a pedir por la salud de su esposo.
El cardenal termina y los policías y mayordomos de la hermandad tratan de mantener el orden. Los fieles quieren estar lo más cerca posible de la imagen y su ímpetu les hace crear pequeños caos. Las ambulancias están atentas pero no son necesarias. El orden regresa mientras el Cristo se aleja rumbo al Congreso. Los fieles siguen de cerca, los banquitos se cargan al hombro y la procesión continúa. El sahumerio guía el camino. El gentío ahora se presta para vestir de morado la avenida Abancay.
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