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Aniversario de Lima: Los nuevos cantos a la ciudad
Déjame que te cuente limeño, déjame que te diga la gloria que evoca la memoria, del viejo puente, el río y la alameda. Con esos versos, María Isabel Granda Larco, Chabuca Granda, iniciaba su vals La flor de la canela como un llamado de atención a los limeños para no olvidar las tradiciones de una ciudad señorial que cambiaba.
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Déjame que te cuente limeño, déjame que te diga la gloria que evoca la memoria, del viejo puente, el río y la alameda. Con esos versos, María Isabel Granda Larco, Chabuca Granda, iniciaba su vals La flor de la canela como un llamado de atención a los limeños para no olvidar las tradiciones de una ciudad señorial que cambiaba.
Como ella, otros grandes como Augusto Polo Campos o Mercedes Ayarza compusieron y cantaron por mucho tiempo valses, marineras y polcas dedicadas a la belleza de nuestra ciudad, que justamente hoy cumple 486 años de fundación.
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“Nosotros, los criollos, somos personas enamoradas de nuestra ciudad, de sus costumbres, tradiciones y cultura. Por más cambios que haya atravesado, en el fondo, Lima sigue siendo la misma ciudad a la que Chabuca le cantaba”, expresa la cantante Rosa Guzmán.
No obstante, el pintor Enrique Polanco — quien tiene a Lima como escenografía habitual en su pintura— reflexiona sobre un cambio en especial que se ha evidenciado en las últimas décadas: la pérdida de identidad de una ciudad que da la espalda a su cultura. “Las nuevas generaciones han nacido sin conocer la importancia de la ciudad. En otros países recuperan espacios como Barrios Altos o el Rímac, acá no”, se queja.
En esa misma línea — y con su estilo irreverente— el novelista Nicolás Yerovi culpa a las autoridades por no salvaguardar esta identidad. “Nadie se precia ni le canta a lo que ignora. Es un mérito de nuestras autoridades haber sumido a las nuevas generaciones en el abismo de la inopia intelectual”, manifestó.
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Una lima que se fue
“Vieja ciudad, calma ilusión, bella verdad, mi inspiración, la Lima antigua que se va; el señorío de tu ayer nos dice adiós...”, recitó Granda en Lima de veras.
Para Jesús Cosamalón, director de la maestría de historia de la PUCP, este vals estrenado en 1950 evoca una ciudad que ya estaba cambiando con las primeras migraciones de las ciudades andinas a la capital.
“Este tipo de canciones añoraban una ciudad colonial que ya no existía y que se estaba perdiendo junto con el imaginario del ‘limeño’. Pero este era un ideal de lo que era Lima, una imagen criolla e idealizada a raíz de textos, como los de Ricardo Palma, por ejemplo”, precisa el especialista.
Por su parte, el historiador Santiago Alfaro señala que esta añoranza ya había ocurrido en los años 20. “En ese momento existía nostalgia por una Lima virreinal. En los textos de José Gálvez podemos ver el temor a que se pierdan sus costumbres ante la llegada de los automóviles y la electricidad”, precisa.
Alfaro señala que, desde la década de los años 40, ya se daban las migraciones del campo a la ciudad y que, incluso, en los años 50 y 60 ya se hablaba de un problema urbano que dio paso a la expansión desordenada de la ciudad y, con ello, la llegada de nuevas expresiones culturales que entraron en escena fusionando, en algunos casos, las culturas.
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¿Se dejó de cantar a lima?
Cosamalón precisa que las expresiones musicales a la ciudad no se han detenido, sino que se dejó de lado la imagen de una “Lima jardín” para dar paso a otra visión de la ciudad, íntimamente ligada al imaginario de los nuevos exponentes que emergieron. “La melancolía de los valses de los años 50 cambió porque la vida urbana también lo hizo. Se rompió la hegemonía de una sola forma de cantarle a Lima y se dio paso a la Lima de los ambulantes que tienen otra experiencia de cómo se vive en la ciudad”, resalta.
Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), publicada en el 2019, arrojó que el género musical más escuchado en Lima es la salsa, con un 21%. A ella le sigue la cumbia (18%) y, en tercer lugar, el huayno (13%). El sondeo señaló que apenas un 2% de se identificó con la música criolla.
Alfaro precisa que, luego de los años 70, donde la cumbia era el fondo sonoro del Perú, en la década siguiente hubo un cambio estructural en la sociedad peruana. ”Hay una transición sociodemográfica marcada que también significó una migración cultural. Aparecieron los relatos de los nuevos territorios, representados en los pueblos jóvenes, que también son un canto a Lima, pero diferente”, precisa el historiador.
Canciones como Mi pueblo joven, de Chacalón; Gregorio, de Los Ovnis; o Triciclo Perú, de Los Mojarras, fueron temas que relataban cantos a la ciudad, pero desde una nueva perspectiva y alejada de la Lima de Chabuca.
Cosamalón explica que los cantos a Lima, a través de las décadas, se determinan por el contexto social y seguirán cambiando a través de las siguientes décadas. Sin embargo, siempre habrá espacios para las voces nostálgicas, como bien lo dice Rosita Guzmán: “Por más que cambien los tiempos y aparezcan nuevas tendencias, siempre habrá un criollo que seguirá cantando a nuestras tradiciones”. Aplausos por eso.
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