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Amar, reír y luchar: Cinco historias para inspirar
En el Día Internacional del Orgullo LGBT les pedimos a cinco peruanos sobresalientes en distintas áreas de trabajo que nos cuenten sus testimonios de vida.
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En el Día Internacional del Orgullo LGBT les pedimos a cinco peruanos sobresalientes en distintas áreas de trabajo que nos cuenten sus testimonios de vida. Hay un denominador común: no la tuvieron nada fácil. precisaron empujar más fuerte y cuesta arriba en una sociedad que se resistía a mirarlos a los ojos. Hoy sus sonrisas y trabajo tienen la misión de seguir inspirando a más vidas y, en ese camino, no han dejado de soñar con un mundo más igualitario.
CARLOS BRUCE
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Cuando revelé públicamente mi sexualidad, ya había sido congresista y ministro de Vivienda una vez. Hasta mis enemigos habían reconocido que había tenido un buen trabajo como ministro. Pero en el marco de la lucha por la unión civil (2014) di a conocer mi orientación sexual, que hasta ese entonces era un tema exclusivamente privado. Yo consideraba que era algo que debían conocer mis hermanos y mis hijos y nadie más, pero, en vista de que estábamos en esas discusiones, decidí hacerlo. Confieso que lo hice no con poco temor. Fui el primer político peruano en declarar abiertamente su homosexualidad y, cuando uno es el primero en tirarse a la piscina, no es nada fácil.
Si un político ahora sale a decir que es gay, posiblemente salga en algún trascendido de la sección Política, ya no es tan trascendente. Pero antes sí, podías perder tu trabajo, negocios. Hoy felizmente eso ya no ocurre tanto.
Durante ese tiempo, caí en cuenta de que algunos amigos cambiaron, ya no querían verme con tanta frecuencia. Eso ocurrió en mi círculo íntimo. Al final son prejuicios que tiene la sociedad y uno los tiene que aguantar. Yo los tomaba finalmente como si los problemas fueran de ellos y no míos.
Años más tarde fui reelecto como congresista abiertamente gay. Además, fui dos veces más ministro de Estado.
Esta crisis nos ha enseñado que, cuando viene una pandemia, nos afecta a todos por igual. Hemos caído en la cuenta de lo idiotas que hemos sido al gastar energía peleando por cosas secundarias.
SUSEL PAREDES
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En toda mi vida siempre he tenido que trabajar mucho, el doble, y he sido exigente conmigo misma. En todos mis trabajos he tenido que demostrar que soy capaz de las tareas que me han encomendado, sin dejar espacio para la mediocridad. Muchas veces la gente piensa que las personas de la comunidad LGTBI somos extraterrestres y se la pasan midiendo tu exigencia. Es por eso que siempre he estado rompiendo mitos. La única forma de demostrarles lo contrario es no siendo mediocres. También he escuchado que dicen ‘esta, como es lesbiana, seguro va a estar acosando a las mujeres’. Y, bueno, pues yo nunca estoy en un sitio con una mujer sola en el trabajo. En mi oficina siempre hay varios escritorios y siempre con la puerta abierta.
La discriminación a la comunidad LGTBI es un tema vigente y tampoco es la única. Ya lo han pasado y lo siguen pasando los afrodescendientes, las mujeres, los refugiados. Lamentablemente, estamos en una situación de vulnerabilidad.
En mi caso, la gente que quiere contratarme lo hace sabiendo lo que soy. Puede resultar también una ventaja haber salido del clóset porque así las otras personas saben de antemano que me esforzaré al máximo y estaré laborando muchas horas.
Si tuviera que dar un mensaje a las personas LGTBI, es que salgan del clóset. Es la única garantía para que te respeten. Y a la gente heterosexual pues les diría que se fijen en las personas y no en la orientación sexual. Nunca es bueno generalizar.
PACHI VALLE RIESTRA
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Tengo la fortuna de varias cosas. En primer lugar, que soy sumamente trabajadora, disciplinada y que me he desempeñado en un campo, el arte y la danza contemporánea, donde hay más aceptación y apertura para la diversidad. Estudié Danza en Nueva York y recuerdo que, al llegar, me asombró la apertura a la diversidad en general. Desde temas de orientación sexual hasta raciales. Se trataba de un mundo más abierto, distinto de la sociedad limeña de donde provenía.
Además, he tenido una familia que si bien pudo haber crecido totalmente en un sistema conservador, ha tenido pensamientos más independientes. Mis padres siempre fueron más abiertos.
Luego, en mi adolescencia, cuando estaba ya más asentada y empecé a salir abiertamente con mujeres, ya me encontraba consolidada y había creado mi propio espacio en la danza. Ya era respetada, ya no era la chiquilla.
Pienso que si bien eso hizo más fácil mi camino, no me quita la valentía y persistencia, pero mi entorno cercano me ayudó. El hecho de que no me juzguen me ayudó mucho.
Sin embargo, lo que a mi pareja y a mí nos hicieron hace 19 años fue terrible, violento, irrespetuoso (la publicación de un ampay juntas). El problema no fue la exposición, sino todos los adjetivos que acompañaron aquella exposición. La gente creía que tenía derecho a decirnos cosas en las calles. Fue terrorífico, pero siento que le pudimos sacar la vuelta a la situación. Cuando lo aceptamos abiertamente, no se atrevieron a fregarnos más.
Pienso que mi caso también ha ayudado a que estos temas sean más visibles en el Perú. De alguna manera, cuando uno ve en otros algo con lo que uno se siente identificado, te da cierta fortaleza.
Me gustaría pensar que en un futuro la diversidad va a ser respetada por todos. Pretender que en una sociedad todos somos iguales es algo sumamente falso, todos somos distintos. Quiero pensar que llegará el día en que no tengamos menos derechos por nuestras etnias, razas, identidad de género, clase social, nacionalidad. Que nos respetemos. Es mi sueño.
ESTHER VARGAS
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Creo que la única herramienta que encontré, que a su vez fue instintiva, fue estar fuera del clóset. Eso me ha ayudado a defenderme, a hacer sentir mi punto de vista sin que la gente me empiece a cuestionar tanto y también a ser muy fresca con algunos temas.
Nunca en mi vida me tomé el hecho de ser lesbiana como un asunto tan complejo, sino como parte de mi naturaleza. Entonces, he vivido mi vida como he querido en función de lo que soy. Eso me ha librado de un montón de problemas. He tenido la suerte de que mis jefes me han apoyado, nunca me han criticado. El hecho de ser lesbiana públicamente me ha protegido bastante de cualquier ataque. Porque decirlo no es una ofensa, no es un insulto, para nada.
Felizmente la gente que me ha rodeado ha estado libre de prejuicios. He sido afortunada, porque eso no ocurre con todos. Hay gente que continúa con miedo o sigue en el clóset a los 50 porque piensa que serán discriminados.
Yo he trabajado como cualquier persona y creo que cualquier persona LGTBI debe tener los mismos derechos, oportunidades y las mismas actitudes y esfuerzos que una persona heterosexual. No creo que merezca un trato especial ni tampoco merezco un trato discriminador.
Siempre me he movido en este escenario, pero reconozco que ha sido un lugar de privilegio. Si hubiese estado rodeado de otras personas, posiblemente me hubiese tenido que esconder, pelear demasiado.
Yo dejé de trabajar en la Universidad San Martín porque me cuestionaron mi orientación sexual e hice público el hecho. Terminó mi contrato y no me renovaron. Luego volver a ingresar al mercado laboral académico fue un poco complicado.
He elegido también mejor a mis amistades. No comprendo que una persona a la que yo considere mi amiga pueda estar en contra de algo que yo considero justo. Podemos tener muchas diferencias políticas, pero en cuestiones de derechos no hay nada negociable. Si esa amiga no me acepta por lo que soy, no es mi amiga.
Espero que en breve la igualdad sea un derecho para todos.
PACO FLORES
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Mi orientación sexual no ha tenido nada que ver con como he desarrollado mi carrera, que ha crecido de manera independiente. Tengo 17 años haciendo lo que hago y me he ido abriendo puertas solo con mi trabajo.
Decidí hacer pública mi homosexualidad hace un par de años (aunque en realidad ya había salido del clóset hace mucho tiempo atrás). Creo que ha sido una buena forma de contribuir a la lucha. Que el mundo sepa que los miembros de la comunidad LGTBI estamos en todas partes. Somos periodistas, abogados, doctores, deportistas, tenemos muchas profesiones y estamos ahí, somos parte de la colectividad y esto es lo bonito. Es muy importante visibilizar lo diversos que somos.
Al aceptar mi homosexualidad se me abrieron muchas más puertas en todos los ámbitos posibles. Al hablar de forma clara, franca y abierta sobre este tema, me sentí en la libertad de ser más auténtico. Creo que eso me ha ayudado a ganarme el respeto y, por lo menos, el agrado de la gente al saber que soy honesto conmigo mismo y con las personas.
Si bien es un tema muy personal, creo que no está mal que se hable públicamente. De esa forma, se puede ayudar a muchas personas que pueden tener miedo y no se atreven a salir del clóset. Que ellos sepan que no pasa nada, que estamos en este mundo para ser felices y solo eso. Abrazarnos en toda nuestra diversidad y autenticidad es lo valioso.
Esta crisis nos tiene que generar empatía a todo nivel. En la medida en que nos volvamos empáticos y nos pongamos en los zapatos del otro, vamos a ganar mucho como sociedad. No solo en el tema de la lucha LGTBI, sino en las diferentes y enormes brechas que tiene nuestra sociedad desde el punto de vista racial, económico, todas las taras que, lamentablemente, aún sobreviven.
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