/getHTML/media/1229342
Nicolás Yerovi: "Celebramos la sobrevivencia"
/getHTML/media/1229339
Fernán Altuve: "¿Presentar candidato de 87 años se puede considerar estabilidad?"
/getHTML/media/1229338
Orgullo de ser peruano: ¿Qué nos hace sentirlo?
/getHTML/media/1229336
Nancy Arellano sobre Elecciones en Venezuela: "Esta no es una elección tradicional"
/getHTML/media/1229265
Zelmira Aguilar: "Alejandro Villanueva creó el estilo de juego de Alianza y Selección"
/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229009
Javier Arévalo, escritor: "Sin bibliotecas, el hábito de leer no nace en los niños"
/getHTML/media/1228674
Mujeres Aymaras sorprenden con su arte en Desfile de Modas
PUBLICIDAD

La familia envenenada

Antiguos pensadores consideraban que el veneno no solo era el tóxico que producía la muerte al beberse o aspirarse. Hoy sabemos que pueden destruir el alma y que no ingresan al cuerpo por la boca; entran por el oído.

Imagen
notitle
Fecha Actualización
Fernando Maestre,Opina.21fmaestre@peru21.com

Antiguos pensadores consideraban que el veneno no solo era el tóxico que producía la muerte al beberse o aspirarse. Hoy sabemos que pueden destruir el alma y que no ingresan al cuerpo por la boca ni son aspirados; entran por el oído pues son gritos, palabras fuertes e insultos que se transmiten a los niños y a los adultos. Las palabras pueden ser agua fresca de un manantial, que cura y ayuda a la vida; pero, también, agua con barro, que enferma y termina matando. Las palabras bien transmitidas pueden convertir a un niño en un castillo fuerte, valiente y hermoso. Hay muchos padres que quieren educar con gritos, insultos, amenazas y desacreditando al niño. Los chinos dicen que las palabras son como ladrillos que, cuando ingresan al cuerpo y son de amor, aumentan el desarrollo. Pero también las grandes peleas de los padres –que creen que los niños no escuchan ni entienden– dan rienda suelta a la furia verbal aun delante de los niños o con la puerta cerrada. Si quieres una familia fuerte, llena de amor y unida, acepta que la educación de los hijos no pasa por el grito ni la amenaza.