/getHTML/media/1229342
Nicolás Yerovi: "Celebramos la sobrevivencia"
/getHTML/media/1229339
Fernán Altuve: "¿Presentar candidato de 87 años se puede considerar estabilidad?"
/getHTML/media/1229338
Orgullo de ser peruano: ¿Qué nos hace sentirlo?
/getHTML/media/1229336
Nancy Arellano sobre Elecciones en Venezuela: "Esta no es una elección tradicional"
/getHTML/media/1229265
Zelmira Aguilar: "Alejandro Villanueva creó el estilo de juego de Alianza y Selección"
/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229009
Javier Arévalo, escritor: "Sin bibliotecas, el hábito de leer no nace en los niños"
/getHTML/media/1228674
Mujeres Aymaras sorprenden con su arte en Desfile de Modas
PUBLICIDAD

Un cangrejo peruano

Dicen que las cajas de cangrejos peruanos van sin tapa porque la envidia hace que ninguno permite que otro salga. Lo mismo ocurre con la exportación.

Imagen
notitle
Fecha Actualización
Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Si uno compara al Perú de hoy con el de hace 10 años lo que más llama la atención es la verdadera explosión en el valor total de nuestra exportación. Hemos pasado de US$8 mil millones anuales a US$47 mil millones este año.

¿Qué ha ocasionado tan espectacular cambio? En primer lugar la fuerte inversión minera que ha permitido que se haya triplicado el volumen de las materias primas que exportamos. Luego, está el boom de la agroexportación y el gran despegue de los textiles, especialmente, en el mercado norteamericano.

Sin embargo, fiel a nuestra tradición de penalizar al exitoso, la inversión minera viene siendo objeto de ataques indiscriminados. Mientras que en el Congreso han decidido trabajar a favor de nuestra competencia tratando de sacar del mercado a los exportadores peruanos.

Así, tenemos que las leyes promocionales que han permitido que los exportadores no tengan que arrastrar el enorme peso de sobrecostos internos están en la mira de los sindicatos y de sus aliados parlamentarios. Están planteando modificarlas sustancialmente, aunque lo que buscan es derogarlas, ya que para la oligarquía sindical es una herejía cualquier evidencia de éxito sectorial que esté vinculado a la flexibilización de la legislación laboral.

Con ello, lo único que van a lograr es regalarle nuestros mercados externos de espárragos, por ejemplo, a los chilenos o los de polos de algodón a los colombianos ahora que están camino a firmar con Estados Unidos un tratado de libre comercio con seis años de retraso.

Al final, a uno le queda la sensación de que los que están detrás de estos cambios en la legislación están muy cómodos acurrucados al fondo del cajón y lo único que les interesa es que ninguno salga del montón.