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Promsex: "Los violadores sexuales cosifican a las mujeres"

Especialistas señalan que el Estado está obligado condenar a los violadores, pero sobre todo a efectuar las políticas de salud y educación que incluya un enfoque de género.

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La mañana del jueves 1 de enero, Jorge Vellaneda (48) llevó a su hija a la dependencia policial de San Juan de Lurigancho, donde recibía clases de pedrería, sin imaginar que no la volvería a ver. Nunca más.
Luego de asesinarla, a su cuerpo le prendieron fuego. El presunto agresor ha sido identificado como César Alva Mendoza (38), natural de Ica, quien cuenta con dos denuncias por violación sexual a menores de edad, una por robo agravado y otra por maltrato familiar. 
Su nombre ha puesto en vilo a SJL, el distrito con más casos de feminicidios de la capital, y al país. 
De acuerdo al Informe Técnico del Instituto Nacional de Estadística (INEI), de marzo a agosto del 2017, se registraron 5068 denuncias de violación sexual. 
Diariamente, 4 niñas menores de 15 años se convierten en madres, producto de una violación sexual. La Fundación Thomson Reuters ha considerado a Lima como la quinta ciudad más peligrosa para las mujeres a nivel mundial.
¿CÓMO INTERPRETAR ESTAS CIFRAS DE TERROR?
Rossina Guerrero, psicóloga y directora del área de incidencia política de la ONG Promsex, señala que "estamos ante una situación alarmante para la seguridad de nuestras niñas". 
Para ella, casos como el de San Juan de Lurigancho son el reflejo de un "país que fabrica hombres indolentes" y de un Estado incapaz de proteger a las poblaciones más vulnerables. Esta es la razón por la que, considera, "no podemos seguir postergando un cambio que incluya enfoque de género".
"Los violadores sexuales no son enfermos mentales: son hombres que creen que las mujeres son inferiores, que la 'cosifican'. La enfermedad mental del Perú es el machismo, el desprecio por las mujeres", enfatiza. 
EL HORROR
Nadie puede entender la magnitud de la barbarie. Ninguna terapia, ningún dios, puede curarlo. No hay metáfora capaz de estampar el horror. 
Una niña violada es, sobre todo, una sobreviviente: alguien que padece estrés postraumático y depresión durante toda la vida. Una niña que, luego de ser violada, se convierte en madre, solo puede ser una atrocidad. 
"Es como torturarla. Las niñas víctimas de violación no pueden ser madres porque el riesgo (cuando van a dar a luz) es cuatro veces mayor al de una persona adulta", señala la especialista. 
Las cifras nos arrojan, también, a una realidad escalofriante: solo en 2016, 1,702 niños(as) de madres -de entre 11 y 14 años- fueron inscritos en Reniec.
¿Cómo debe actuar el Estado en estos casos? Brenda Álvarez, abogada de Promsex, indica que todas las niñas embarazadas tras una violación pueden ejercer su derecho al aborto terapéutico en todos los hospitales y clínicas del país.
Nadie lo puede impedir. Sin embargo, "en estos centros de salud no se les ofrece porque, sobre todas las cosas, no se valora su sufrimiento". Hablar de niñas madres, para Álvarez, es inhumano, y una emergencia nacional "que nadie quiere mirar, o nadie quiere hacer caso".