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El arzobispo travieso

“Escardó acusaba al padrecito de haberlo obligado a comerse un arroz con leche con kétchup solo para humillarlo. Supercreativa la terapia de choque”.

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Fecha Actualización
Un arzobispo gordito y encantador ha querellado al periodista Pedro Salinas por difamación agravada. Lo que Salinas cita en su libro Mitad monjes, mitad soldados (2015), es lo que el periodista José Enrique Escardó, ex discípulo de la secta torturadora pero maravillosa del Sodalicio, ya había denunciado 18 años atrás en la revista Gente, además de una serie de manoseos, abuso psicológico, abuso de poder y otras cositas que no tienen importancia. Escardó acusaba al padrecito de haberlo obligado a comerse un arroz con leche con kétchup solo para humillarlo. Supercreativa la terapia de choque, me dirán: cómete un arroz con leche con kétchup, je, je. Demuestra tu hombría si no quieres que nosotros te mostremos la en-verga-dura de la nuestra. Qué pícaros.
Recordemos que los padrecitos también son seres humanos. Pero además yo creo que le están haciendo bullying al gordito. Porque el pobre arzobispo también aparece en un documental para la cadena de televisión Al Jazeera. Perú: The Sodalitium Scandal es un impactante registro de cómo estos padrecitos en el año 2014 contrataron a la banda de asesinos Gran Cruz del Norte en Piura para el desalojo de los pobladores de las tierras que hoy forman parte del proyecto Miraflores Country Club, de la inmobiliaria Miraflores Perú, que en Registros Públicos le pertenece en un 99% al Sodalicio, junto con colegios, cementerios y otros negocios millonarios que no tributan, porque gracias a Dios la ley peruana considera que la Iglesia católica es una bendición para el país, diga lo que diga y haga lo que haga. Faltaba más.
Volviendo al temita que nos ocupa, dice el malintencionado documental que la banda auspiciada por el Sodalicio, autora de más de 30 asesinatos, había recibido depósitos bancarios por un total de medio millón de dólares de la Organización San Juan Bautista, perteneciente a los padrecitos, para desalojar a gente muy humilde. Los vouchers de los depósitos figuran en el documental, pero son debidamente justificados por Alberto Gómez de la Torre Pretell, representante legal de la Organización SJB en ese entonces, admitiendo haber pagado a los asesinos para intervenir en el desalojo, obvio que sí, pero “por seguridad”. Asunto aclarado.
¿Por qué, entonces, si lo ocurrido solo da cuenta de una travesurita tras otra, tendríamos que dudar de las buenas intenciones del arzobispo risueño y sus amigos? Y encima justo ahora, en vísperas del 23 de agosto, día de la audiencia en la que se va a dirimir si el caso Sodalicio pasa al Poder Judicial, ese de los curitas que se sobrepasaron un poquito con 30 chicos muy jóvenes, movidos por sus nobles intenciones de formarlos. Qué mal timing.