La soledad del fiscal Chávarry

La crisis institucional que está generando el fiscal Chávarry en la Fiscalía de la Nación pareciera estar llegando a su punto más álgido. A su falta de legitimidad externa se le suma la interna. Ahora el órgano de gobierno de mayor jerarquía del Ministerio Público le negó el apoyo: solo tres de los 33 presidentes de las juntas de fiscales superiores de todo el país aceptaron firmar un comunicado a su favor que, además, parece haber sido solicitado por él mismo luego de convocarlos de urgencia a Lima.

El mismo fiscal Chávarry ha construido la imagen de ser más un operador político que uno de la justicia y que su aferramiento al cargo es más una disputa de poder que de imperio de ley. Lo de la portátil de respaldo fuera de la Fiscalía fue demasiado absurdo y evidente. Fue increíble ver a gente con pancartas de apoyo, pero que no era capaz de explicar qué estaba haciendo ahí, hasta hubo una persona que confundió al fiscal de la Nación con el presidente Vizcarra.

Los casos que involucran a los principales políticos y funcionarios públicos del país todavía no se han resuelto, por lo que la institución a cargo de llegar al fondo de los asuntos pendientes no debería tener tan poca credibilidad y legitimidad. Dentro de esto, es sintomático que sectores cercanos al fujimorismo sean los únicos que plantean una defensa necia de Chávarry, lo que profundiza la idea de que, detrás de ese interés, hay una operación política de encubrimiento y persecución.

Finalmente, estoy de acuerdo con el ex procurador Azabache cuando dice que estamos equivocando el sentido de la crisis, pues el “caso del Fiscal de la Nación no depende de la comisión de un delito. Depende de los límites de moral pública que un fiscal de la Nación debe considerar en toda circunstancia”.