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[Reseña] Pablo Vilcachagua: Una fábula del matrimonio

Columna de Pablo Vilcachagua

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Secretos de un matrimonio
Fecha Actualización
Siempre resultará interesante tocar los temas matrimoniales o el fin del amor en el cine o a través una gran producción. Es por ello que resulta casi una necesidad ver Secretos de un matrimonio (Scenes from a Marriage), la serie de HBO Max de cinco episodios que hace poco estrenó su último capítulo.
Para iniciar tenemos que remontarnos a 1973, el año de estreno de la serie original dirigida por Ingmar Bergman. El drama irrumpió en la televisión sueca abordando la realidad de una pareja, Johan y Marianne, que se enfrenta a sus propios demonios. Era inusual tratar estos temas en pantalla, revelar las miserias que pueden invadir a un matrimonio. El éxito fue tal (durante aquellos años los casos de divorcio y las consultas de terapia aumentaron) que pronto vino la versión para cine, la cual llegó a EE.UU. La crítica la alabó, consiguiendo un Globo de Oro a Mejor Película Extranjera.
Cuarenta años después tenemos la versión del israelí Hagai Levy. El Johan de Bergman es ahora Jonathan, un profesor de filosofía judía interpretado por Oscar Isaac, y Marianne se convierte en Mira, una ejecutiva de tecnología interpretada por Jessica Chastain. Se sitúa en el 2020 y los cambios van desde los cuestionamientos a los roles de géneros hasta el uso de la tecnología. A diferencia de la serie de Bergman, donde se inicia con la presencia de una periodista interrogando a la pareja, ahora lo hace una actual estudiante preguntona. La belleza y sensualidad de Isaac y Chastain se explota también a lo largo de toda la serie.
Cada episodio inicia con un detrás de cámaras de los protagonistas preparándose para las escenas. La fórmula funciona y engancha. En el capítulo final esto cambia, como casi todo en la serie, que termina siendo el retrato de una pareja o la evolución de dos personas frente a un acto de infidelidad. Por un lado, está Mira, una ejecutiva que gana más que su esposo, que pronto deja en claro que lleva una vida desdichada. Explota y desata el “caos” (o lo revela). Al otro lado está Jonathan, el parsimonioso que cuida a su hija mientras su esposa trabaja. Él es quién lleva un cambio más radical.
Si bien la dolorosa separación de una pareja que se ama sirve de hilo conductor, tenemos al frente un drama melancólico donde el deseo, la maternidad, la paternidad, la resignación, la monogamia, la religión o los proyectos a futuro también se hacen presentes. La serie se sostiene en los creíbles diálogos, esas discusiones de parejas que resultan tan interminables como en la vida misma. Las que pasan de lo dulce a lo amargo, de la esperanza a la frustración en tan solo un segundo. Estamos al frente de una reflexión sobre lo que significa amar o “la forma extraña de amar” como resuelve uno de los personajes.

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