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[Opinión] Marisol Pérez Tello: “El otro o nosotros”

“Somos una sociedad heterogénea, nuestra geografía, costumbres e historia nos plantean el reto de entender eso como una fortaleza y no como una debilidad; en la diversidad está nuestra mayor riqueza”.

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[Opinión] Marisol Pérez Tello: “El otro o nosotros”. (Foto: Junior Meza)
Fecha Actualización
Estamos enfrentando un momento político crítico que nos podría estar impidiendo ver que solo se construye un futuro común si nos entendemos como un todo; complejo, con diferencias, grietas, matices, pero un todo en el que nadie sobra y en el que, con inteligencia, comprensión, empatía y tolerancia, podemos superar esta y cualquier otra situación, solo que eso requiere mínimos de respeto.Respeto a las necesidades que pueden movilizar, que empuja la desesperación, el olvido, la indiferencia.
Respeto a la propiedad privada de quienes se esforzaron por cambiar su historia y con trabajo les dieron a sus hijos oportunidades con las que no contaron.
Respeto por el trabajo, que es la única forma justa de distribuir riqueza. Respeto por la ley, que es el límite al ejercicio del poder del Estado y nos permite vivir en sociedad, con derechos pero también con deberes.
Respeto a los hombres y mujeres que se encargan de hacer cumplir la ley y se exponen cada día por nosotros. Respeto a la vida por encima de todo.Por supuesto que hay quien gana con el caos y lo genera con ese fin, por supuesto que hay agendas ocultas y quienes se benefician con el dolor del otro, pero los niveles de desprecio por la vida, de insulto entre nosotros, no dejan nada sobre lo que podamos construir.
Dejar esa violencia es una decisión personal. Podemos decidir no cruzar esa línea empezando por parar la violencia verbal, sin que eso signifique dejar de defender con pasión y valentía las cosas en las que creemos; necesitamos mucho más esfuerzo y contención para no ridiculizar ni simplificar las causas que movilizan a los demás, y es más útil para evidenciar aquellas que no son buenas para nuestro país y responden a intereses subalternos. Somos una sociedad heterogénea.
Nuestra geografía, costumbres e historia nos plantean el reto de entender eso como una fortaleza y no como una debilidad; en la diversidad está nuestra mayor riqueza, pero supone dejar de ver al otro como un enemigo para pensar en el otro como necesario para que exista el nosotros. Callar si no se suma al debate es mejor que trasladar la discusión a lo personal a tal punto que ya no sabemos qué se plantea.
Si caemos en el insulto o en la violencia, es porque hemos perdido el recurso más importante, que es el de hablar y escuchar para encontrar aquello que nos une, que es mucho más que lo que nos divide, pero con insultos y calificativos esa línea es una de no retorno. Nada nos diferencia si usamos formas de violencia verbales cada vez que se nos agota el argumento; solo demuestra lo chato y pobre del análisis. La violencia siempre será el recurso de los incapaces y somos mucho más que eso.