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Ricardo Lago: Los que trabajamos por el Perú (tercera parte)

“Con la hacienda pública arruinada, el aparato del Estado era disfuncional y la posibilidad de que Sendero Luminoso tomara el poder e instalara una dictadura como la de los Khmer Rouge en Camboya era palpable”.

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Hablaba en las últimas dos columnas del primer paso de la reinserción. El Perú debía 15 mil millones de dólares vencidos a los bancos comerciales y otros 5 mil millones también vencidos en créditos garantizados por gobiernos extranjeros. Pero el problema más grave eran los 2,500 millones en mora con tres organismos internacionales: al Banco Mundial y al FMI eran 1,000 cada uno y al BID 500 millones. Cada mes vencían, en promedio, 17 millones de dólares con cada uno de estos organismos.
En 1989, el FMI había demandado al Perú el pago de los intereses y los nuevos vencimientos de la deuda con ese organismo so pretexto de que si no lo hacía, se iniciaría el procedimiento de suspensión del Perú. El gobierno accedió al pago de los 17 millones mensuales al FMI. Entretanto, el BM pidió al Perú un trato similar al FMI, pero nosotros lo hicimos sin presión institucional y, por tanto, sin éxito. Entendíamos que el país estaba en medio de la hiperinflación y simplemente no había dinero para los gastos prioritarios del Estado, pues todos los ingresos fiscales anuales apenas alcanzaban a mil millones de dólares, comparados con los 30 mil millones a que ascienden hoy.
Y así llegamos a julio de 1990 con el nuevo gobierno de Alberto Fujimori; el premier y ministro de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, invitó al FMI y BM a comentar el programa de estabilización que estaba preparando para parar la hiperinflación y hacer las aportaciones que los organismos creyeran pertinentes. Viajamos a Lima Martin Hardy del FMI y quien escribe, por el BM, con un pequeño equipo de colaboradores.
El programa se lanzó el 8 de agosto de 1990. Eran medidas drásticas en extremo para estabilizar los precios y el tipo de cambio del dólar; se trataba de –como dice el corrido de José Alfredo Jiménez– “acabar de una vez, de un solo golpe” con la hiperinflación. Algunos dicen que Fujimori se copió el programa que había diseñado el equipo de Mario Vargas Llosa. Yo creo que están equivocados. La receta para matar una hiperinflación es standard, lo difícil es su puesta en práctica cabal. Y hay que decir que en Perú la ejecución fue consciente, disciplinada y exitosa.
Es cierto que hubo mucha presión internacional –me consta– y que no había otras opciones viables: con la hacienda pública arruinada, el aparato del Estado era disfuncional y la posibilidad de que Sendero Luminoso tomara el poder e instalara una dictadura como la de los Khmer Rouge en Camboya era palpable.