Pequeñas f(r)icciones: Zamir, ¿el mal necesario?
Rodeado de prácticamente todos los empleados de su empresa de seguridad, y alentado por un improbable grupo de seguidores que lo consideran una suerte de prócer de la democracia, Zamir Villaverde, el desprendido empresario que tiene en vilo al país, mira sin miedo a las cámaras y, a través de ellas, se dirige, directo y sin escalas, a Pedro Castillo, el único interlocutor que considera válido. “Máteme, señor presidente”, declama, como recordando alguna otrora actuación escolar, “si quiere callarme, tendrá que matarme”. Si bien es innegable la carga dramática que late en sus palabras, se trata de un reto desafortunado considerando lo difícil que se le hace a nuestro mandatario distinguir si un ser –por ejemplo, un pollo– estaba vivo o estaba muerto, o las dos cosas.