[Opinión] Marisol Pérez Tello: Con paso firme

66 votos, un referéndum y quedará claro que en el país NO QUEREMOS IMPUNIDAD EN EL PODER O SENTENCIADOS QUE LLEGUEN A ÉL. Modificar la Constitución y tener el respaldo ciudadano que legitime la decisión es una posibilidad que deberíamos evaluar.

El país que tenemos nos obliga a detenernos y pensar en causas y consecuencias. En momentos de crisis, desilusión, polarización y río revuelto es mejor callar antes que ofender.

Pensemos en el origen, errores acumulados en la distribución de la riqueza, privilegios, desigualdad. Pensemos en la indiferencia frente al quiebre institucional, el uso de la política y la justicia, la complicidad frente a la corrupción, el ingreso del narcotráfico y crimen organizado en el manejo de nuestro país. Pensemos en las oportunidades perdidas.

Después de pensarlo con serenidad, se entiende un presidente como el que tenemos, las investigaciones y cuestionamientos que lo rodean y las leyes absurdas que permiten la impunidad. Este es el final de un camino que puede ser peor y ha costado la vida, confianza y sueños de muchos peruanos en nuestro mágico y hermoso pero fragmentado país.

Busquemos salidas democráticas a esta situación que no admitan dudas ni cuestionamientos éticos o jurídicos, que nos den esperanza, no socaven institucionalidad y terminen con la impunidad.

Para mí, el principio constitucional de un Estado democrático de derecho y la lucha contra la corrupción y la impunidad deberían ser el faro orientador para el Tribunal Constitucional como intérprete de la Constitución. Reconozco que el Congreso hoy no tiene la credibilidad que requiere una decisión soportada en una base legal que debe ser interpretada. Además de la falta de credibilidad, dudo que tengan los votos y, de tenerlos ajustados, creo, con pena, que no sería el factor de unidad que necesitamos.

66 votos nos dan una oportunidad.

Ese debería ser el punto de partida para pensar en el país que queremos, que requiere dejar de enfrentarnos, entregar la posta a los profesionales jóvenes que tienen el deber de dirigir el país a otro destino. A la generación de salida nos tocaron los golpes militares, la reforma agraria, el terrorismo, malos agentes del Estado que violaron derechos humanos, buenos agentes que dieron su vida y a quienes abandonamos, quiebre del sistema político, la pandemia...

Podemos contarles de nuestros errores para no meter la pata, pero serán sus brazos y su corazón los que tendrán que cargar y hacer grande nuestro Perú. Como dice la canción de este mes morado, eso y que solo podemos unidos todos, como una fuerza.