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[Opinión] Mónica Delta: El hambre y la necesidad

La desaprobación del gobierno y los congresistas, que crece a pasos agigantados, es una evidencia diaria del hastío que aún no explota. Si no aparecen expresiones masivas, causas comunes que aglutinan más que las diferencias entre peruanos, obligándolos a ponerlos contra las cuerdas a aquellos, no se vislumbra ni cambio ni solución, y sí cuatro años de desastre irreversible.

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Foto: Óscar Quispe/@photo.gec
Fecha Actualización
La desaprobación del gobierno y los congresistas, que crece a pasos agigantados, es una evidencia diaria del hastío que aún no explota. Si no aparecen expresiones masivas, causas comunes que aglutinan más que las diferencias entre peruanos, obligándolos a ponerlos contra las cuerdas a aquellos, no se vislumbra ni cambio ni solución, y sí cuatro años de desastre irreversible.
Hasta hoy, Pedro Castillo y la mayoría de legisladores son utilitarios entre sí para mantenerse y para mantener cuotas de poder en desmedro de los peruanos de a pie. Pese a la desmoralización nacional generada por la corrupción, funcionarios incompetentes designados por el régimen, tenemos un Parlamento hambriento de empatía mal entendida, o peor, otros intereses que apelan a ‘populismos’ compitiendo con un Ejecutivo descaminado intentando paliativos económicos que no resuelven nada de fondo.
Más allá de la discusión del lomo fino y el faisán, el tema de alza de precios, el aumento de la pobreza, la falta de empleo, la precariedad de servicios de la administración pública no se resuelven con medidas que traen ‘pan para hoy, hambre para mañana’.
El Congreso debe legislar, fiscalizar, y hasta ahora, en poco o nada ha logrado conectarse con los intereses genuinos de los ciudadanos que no quieren dádivas, sino soluciones.
El gobierno, lejos de tener gente decente, competente, que nos lleve a ser una sociedad con oportunidades y desarrollo para todos, sigue centrando la estrategia presidencial en su propia sobrevivencia.
A estas alturas se habla de un quinto gabinete, pero sabe Dios a quién designará don Pedro. La gente está molesta, está con los bolsillos vacíos, está desmoralizada y muy cansada de las veleidades de aquellos que ostentan la autoridad como si hubieran ganado una rifa. Salimos de una semana de paros, violencia, una inamovilidad desacatada, la protesta masiva por la medida, el papa Francisco que pide rezar por el Perú y el arzobispo de Huancayo y cardenal Pedro Barreto que dice que hay serios indicios de corrupción en el entorno del presidente.
Parecen razones suficientes para tomar conciencia de la verdadera dimensión de una debacle a gran escala. Para terminar con frases bíblicas: ojalá que después del calvario y la muerte, venga alguna resurrección.