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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Ministerio Público, tribus políticas y la tolerancia a la corrupción” 

“Para defender la institucionalidad, la institución del Ministerio Público, la de la Fiscalía de la Nación, es que no se debe defender a Patricia Benavides”.

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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Ministerio Público, tribus políticas y la tolerancia a la corrupción”. (Foto: Ministerio Público)
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Frente a la reciente crisis política que involucra a la fiscal de la Nación, al Ministerio Público y a ciertos congresistas vuelve a verse en el debate público esa necesidad de entrar en modo tribu para tomar un bando con sesgo ideológico en lugar de una posición íntegra, crítica e informada. Tal como ocurrió con las izquierdas que minimizaban, encubrían y negaban lo que representaba Pedro Castillo, hoy cierto sector de la derecha busca defender y minimizar las investigaciones al entorno de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
A varios de derecha que ya hubieran pedido cárcel si Patricia Benavides fuera de izquierda, no se les mueve ni una ceja para sospechar sobre el proceder de la fiscal y sus asesores, por el contrario, quieren hacer creer que es un deber patriótico defenderla porque en algún momento en la función que le correspondía denunció constitucionalmente al expresidente golpista Pedro Castillo. Apelan al pragmatismo y al quehacer político que significaría necesariamente conversar, influir, incidir en asesores y autoridades. “Que no tiene nada de malo hacer legítimamente lobby por el interés público, que así se hace política”, dicen. Realmente están confundiendo el hacer política con la componenda y la corrupción. Conversar, convencer, hablar de intereses, demandas y soluciones públicas entre políticos, autoridades y funcionarios es parte de hacer política, pero no lo es utilizar el poder de perseguir, investigar el crimen y hacer justicia para conseguir votos o favores políticos.
Intercambiar votos en el Congreso a cambio de archivar denuncias no es hacer política, es corrupción y es inaceptable, así esa misma funcionaria haya perseguido en el pasado a un golpista. Sería usar indebidamente el poder que tiene por su cargo para favorecerse a sí misma y sus intereses. Si se comprueba esto de la fiscal de la Nación es gravísimo y nadie con principios debería atrincherarse en defenderla solo porque quien acusa esta vez es una fuerza ideológica adversaria. Es notorio también que hay una pugna de fuerzas políticas, una disputa de poder entre caviares y anticaviares, y algunos de los que hoy acusan pueden estar actuando bajo ciertos intereses, pero eso no justifica que se deba encubrir y minimizar el actuar indebido que hoy se le cuestiona a la fiscal de la Nación. Los fiscales, ni sus asesores hacen, ni deben hacer política. Por eso se debe estar del lado de la crítica, de las investigaciones rigurosas y de pedir que se le aplique la ley. La derecha quiere tolerar a Benavides lo que no le ha perdonado ni perdonaría a otros. Caen también en el típico comportamiento: “Para mis amigos, todo; para mis enemigos, la ley”. Por sus sesgos ideológicos son incapaces de reconocer la falta de ética y de integridad que está en juego en esos chats y audios del asesor de la fiscal de la Nación.
Lamentablemente, todo esto aumenta la inestabilidad en la que vivimos en los últimos tiempos, lo que impacta en nuestra economía y en nuestra institucionalidad. No habrá salida a esta degradación de la política y de la función pública si ciertos sectores de la sociedad civil que deben ser críticos deciden negar o minimizar cuando los investigados pertenecen a su tribu ideológica. Estaremos condenados a la corrupción perpetua, y así como no se puede acabar con los populistas con más populismo tampoco se puede acabar con la corrupción de izquierda con más corrupción de derecha. Se equivocan quienes dicen que defender a Patricia Benavides significa defender la institución, porque es precisamente al revés: para defender la institucionalidad, la institución del Ministerio Público, la de la Fiscalía de la Nación, es que no se debe defender a Benavides.
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