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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “La bicameralidad y el ejercicio democrático de la política”

“La bicameralidad es positiva y es un paso para reformar nuestro sistema y mejorar la calidad de las leyes mediante procesos más institucionalizados…”.

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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “La bicameralidad y el ejercicio democrático de la política”. (Foto: Diana Chávez/@photo.gec)
Fecha Actualización
El Congreso aprobó el retorno a la bicameralidad con los votos suficientes para que no vaya a referéndum, pero necesita una segunda votación con mayoría calificada de 87 votos, como lo establece el artículo 206 de la Constitución. Esta vía es constitucional, y aunque el Parlamento tenga desaprobación o no nos guste está siguiendo uno de los caminos que la misma Constitución establece para hacer una reforma de ese tipo.
La necesidad de 87 votos en dos legislaturas ordinarias sucesivas es un umbral para la aprobación de cambios estructurales, y para que haya espacio y oportunidad de un trabajo político de consenso, cuya aprobación refleje el resultado de una amplia mayoría. Por eso llama la atención que se diga que el Congreso trata de obviar un referéndum popular, que se trataría de una bicameralidad trucha, o que estarían actuando como piratas, sin mayor debate y solo con la imposición de sus votos, cuando están siguiendo un camino constitucional válido. Los representantes del Poder Legislativo, así no nos gusten, han sido elegidos para debatir, tomar decisiones y votar conforme a los mecanismos de la Carta Magna, y siempre que no vayan contra los principios y derechos fundamentales que esta protege. Lograr una iniciativa que pasa por dos legislaturas ordinarias con amplia mayoría es más bien poner en práctica el ejercicio democrático de la política.
Argumentar que no es válida esta reforma porque en el referéndum de 2018 los ciudadanos se manifestaron en contra no tiene fundamento, pues una democracia está abierta a cambios y siempre se pueden volver a discutir los asuntos públicos, no hay temas cerrados. La congresista Susel Paredes ha rechazado este paso señalando que “la bicameralidad debe nacer del debate ciudadano y una consulta popular, así al caballazo NO” (sic). Suena bien lo que escribe, pero es irreflexivo e inexacto porque no ha podido ser al caballazo si el Congreso ha seguido una de las vías previstas constitucionalmente. Luego, cuando dice que debe nacer de una consulta popular, lo afirma como si fuera la única opción y no es así, se puede prescindir del referéndum si consigue dos votaciones con mayoría calificada como ya lo hemos expresado arriba. Lo del debate ciudadano no está en duda, ha habido y hay debate sobre el tema y va a haber tiempo de aquí hasta la próxima legislatura para que la ciudadanía, las organizaciones políticas, civiles, académicas, líderes, y expertos participen y aporten a este debate público. El objetivo de que haya ese plazo es para eso.
La bicameralidad es positiva y es un paso para reformar nuestro sistema y mejorar la calidad de las leyes mediante procesos más institucionalizados, más rigurosos, reflexivos, e incluso menos polarizados. Será una forma de poner en práctica ejercicios democráticos de hacer política que priorizan consensos y revisiones.
Como toda reforma tiene aspectos positivos y criticables, y es entendible la molestia porque el Parlamento incluyó la reelección congresal, la cual también es positiva porque da experiencia, se puede hacer carrera, y mejorar los incentivos de los congresistas para hacer un buen trabajo. Claro, lo ideal hubiera sido que este punto en particular aplique desde el próximo Congreso, pero todavía estamos lejos de esos desprendimientos de nobleza y madurez democrática. Sin embargo, hay que empezar a debatirla y no perder de vista que no es que automáticamente estos congresistas salgan reelegidos porque finalmente quien decidirá si los vota o no será la ciudadanía porque habrá una nueva competencia electoral.
Y llegamos al mismo punto de siempre: Si queremos que mejore la política, la bicameralidad y la reelección ayudan, pero no resolverán nuestros problemas de fondo sin una ciudadanía comprometida con elegir y reelegir mejor a sus representantes. Hay muchos cambios profundos por hacer aún y el paso hacia la bicameralidad y reelección es uno necesario para reformar nuestra forma de hacer política.
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